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La ciudad estaba llena de héroes, figuras admiradas por la sociedad, que luchaban contra el crimen y protegían a los ciudadanos. Sin embargo, Karina los odiaba. No había admiración en sus ojos cuando veía a uno patrullar las calles o aparecer en las noticias. Para ella, los héroes no eran más que una fachada, una máscara que ocultaba la verdadera naturaleza de las personas. Ella había visto el otro lado del mundo, el bajo mundo donde la verdadera cara de la humanidad se revelaba sin filtros ni disfraces.

Karina había crecido en ese mundo oscuro, donde la ley del más fuerte imperaba y la supervivencia era la única prioridad. Había visto héroes caer en la corrupción, usando sus poderes y estatus para beneficio propio mientras el resto sufría. Había aprendido a desconfiar de ellos y a depender solo de sí misma.

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Desperté esta mañana con el mismo sentimiento de vacío de siempre. El despertador sonó a las 6:00 AM, pero mis vecinos ruidosos ya me habían despertado antes con sus gritos y música estridente. No entiendo cómo pueden ser tan despreciables. Me levanté de la cama con pereza, lanzando una maldición al aire.

Mi apartamento es pequeño y apenas amueblado, pero es mío. Cada mañana es la misma rutina monótona: una ducha rápida, un café negro y un cigarrillo para empezar el día. Mis vecinos no paran de hacer ruido, y cada día siento más ganas de golpear la pared y gritarles que se callen. Pero no lo hago. Simplemente me pongo mis auriculares y dejo que la música ahogue su ruido.

Trabajo en una cafetería cerca de mi casa. No es un lugar especial, solo un refugio temporal donde puedo esconderme de mi pasado. Mis compañeros de trabajo me consideran una persona amargada y distante, y no puedo culparlos. No tengo interés en sus vidas insignificantes ni en sus conversaciones triviales.

Cada vez que un cliente intenta iniciar una charla, siento un impulso de sarcasmo y desprecio. Hoy, un hombre intentó hablar conmigo mientras le servía su café.

-¿Cómo estás hoy, Karina? -preguntó con una sonrisa tonta.

-Igual que siempre -respondí, sin siquiera mirarlo a los ojos. Le entregué el café y me alejé, dejando claro que no me importaba en absoluto.

Mis vecinos del piso de arriba no dejan de discutir. Sus voces penetran las paredes finas de mi apartamento, y cada palabra me irrita más. Los odio a todos. Odio sus risas, sus fiestas, su incapacidad para entender que no todos quieren escuchar su vida de mierda.

Cuando termino mi turno, vuelvo a mi apartamento, deseando que el día acabe. Pero la noche no trae consuelo. Los ruidos continúan, y mi odio hacia ellos solo crece. Me siento en el sofá, enciendo otro cigarrillo y dejo que el humo llene la habitación.

Odio a mis vecinos. Odio a mis compañeros de trabajo. Odio a los clientes. Odio a todos. Pero lo que más odio es esta vida que no parece tener un final feliz. Prefiero la soledad y el silencio, aunque ambos sean tan difíciles de encontrar en este infierno ruidoso.

Pienso en la persona de la que tomé el dinero, en las vidas que pude haber arruinado. Pero luego recuerdo mi propia vida, la que salvé de la miseria y el peligro. No me arrepiento de lo que hice. Al contrario, soy libre ahora, libre de la opresión y el miedo.

Podría vivir tres vidas con este dinero, pero solo necesito una. Una vida tranquila, lejos de la desesperación y el caos. Una vida donde puedo elegir mis propios caminos y encontrar la paz que tanto anhelaba.

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Estaba detrás del mostrador, limpiando la máquina de café, cuando escuche una conmoción proveniente de la zona de mesas. Levante la vista y vi que todos los clientes estaban absortos en la televisión. En la pantalla, el héroe más famoso de la ciudad, conocido como "Binary star", estaba dando una entrevista en horario estelar.

Binary Star Hero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora