02. Bella Houston

345 40 3
                                    

NARRADOR OMNISCIENTE.

Bill bufa con frustración y agarra sus largos cabellos en un intento de desestresarse. El bullido de todos sus compañeros de clases, sumado al ruido de la viva ciudad y la voz de Tom relatándole todo lo que había ocurrido la noche de la fiesta lo estaban volviendo loco.

—Ella era... magnífica Bill. Sus caderas me volvieron loco de remate, no, sus caderas no, ¡todo su cuerpo! —Tom golpea el hombro de su hermano, que estaba sentado a su lado,  mostrándose totalmente emocionado—. Y sus ojos... cuando los clavó en los míos, se me hizo imposible no prestarle atención a cada mínima cosa que me decía. Eran atrapantes. —el muchacho comienza a recordar con felicidad y una gran sonrisa en su rostro los momentos con la chica. Mientras que Bill lo observaba con estupefacción por las estupideces que decía sobre alguien cuyo nombre ni siquiera sabía—. Fue tan corto pero tan... —Tom suspira—...memorable. ¡Necesito saber su nom-

—Oye, Tom —Bill lo interrumpe y el nombrado se gira a verlo—. Dime, querido —escupe con ironía—, ¿al menos la besaste?

Tom se queda en silencio por un momento y apreta los labios, haciendo obvia la respuesta. Pero igualmente responde:

—¿Un mini beso en el cuello cuenta como tal o...?

—¡No, claro que no cuenta! —exclama Bill con molestia—. ¡Tiene que ser en los labios! —señala su boca—. ¡La-bios! ¡Un beso de verdad!

—Bueno, Bill...—Tom palmea el hombro de su gemelo. El pelinegro lo mira con una expresión que deja muy en claro lo harto que está de escucharlo—. En ese caso... en el que tú dices...

—Ajá, sigue.

—Pues no, no la besé. ¡Pero solo tenía que esperar un poco más! —chilla Tom, intentando excusarse— ¡Fue culpa de Georg, él me interrumpió y arruinó el momento! —se da vuelta y señala a su amigo con molestia que todavía seguía vigente del día de la fiesta. Georg, quien estaba sentado en el pupitre de atrás junto a Gustav, se muestra indignado y ofendido por el rencor que Tom aún le guarda.

—¡Deja de echarme la culpa! ¡Eso ya pasó! —Georg manotea la mano de Tom que lo señalaba directo al rostro.

—¡Solo pasó un día! Claro que te seguiré culpando pedazo de-

—¡Ya está! —Bill, molesto, silencia a Tom y esconde su rostro en sus manos. Estaba cansado de lidiar con adolescentes que actuaban como niños. Amaba a los tres de una manera inigualable, pero a veces le secaban el cerebro—. No le eches la culpa a Georg, él no la tiene. No besaste a esa "misteriosa" —imita dos comillas con sus dedos— chica y fin de la discusión.

—Como sea... —bufa Tom.

—Es más, ¡cambiaremos de lugares! —afirma sonriente el pelinegro.

—¡No es necesario, Bill! Quédate aquí, quietito —exclama el de trenzas y agarra con fuerza el brazo de su hermano. Estaba negado por completo a la idea de tener que sentarse con su amigo de "cabello de mujer".

—Claro que sí es necesario —Bill intenta soltarse del brazo de Tom, pero no lo logra—. No pueden estar peleados por una estupidez como esa. —sigue forcejeando contra su gemelo, pero este no lo soltaba por nada en el mundo—. ¡Suéltame Tom! —grita al no poder zafarse del agarre del chico—. ¡SUÉLTAME! —Bill golpea el rostro de Tom y este por fin lo suelta. El pelinegro se levanta de su asiento y cambia de lugar con Georg, sacándolo de su lugar de manera obligada, claramente. El castaño intercambia miradas molestas con Tom en cuanto se sienta a su lado, ambos no estaban para nada contentos—. Así está mejor.

—Sí, por supuesto —ironiza Georg.

—Y no quiero nada de escándalos, eh —advierte Bill desde atrás—. Estoy muy cansado como para responsabilizarme de ustedes —suspira agotado y reposa su espalda en la silla—. ¿No es así, Gustav? —pregunta pero el rubio no responde, ya que había logrado dormirse a pesar de todo el ruido del salón de clases—, que tonto...

𝐇𝐀𝐔𝐍𝐓𝐄𝐃,  tom kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora