> Talia <
Al salir al patio principal me quedé atónita, todo estaba en fuego, y muchos de los reclutas eran criaturas extrañas, el viento soplaba fuerte y hacía frío.
- ¿Qué es esto? Es como si de repente todos se hubiesen convertido en...zombis? - comentó Mateo, con voz trémula. -
- No lo sé, pero debemos salir de aquí ahora. - dije, tomando a Mateo del brazo mientras los dos salíamos corriendo por los pasillos, hasta llegar a la puerta de la academia, la cual dejamos al instante. -
No sé cuanto corrimos, pero llegamos a una calle totalmente oscura, no se veía casi nada, además de fuego a la distancia...dejé de sentir las piernas, mi cabeza daba vueltas y tenía ganas de vomitar. Al igual que el ambiente, solo pude ver oscuridad. Me desmayé.
Al despertar, estaba en una camilla, mientras abría los ojos, vi unas cajas metálicas a mi alrededor, y la luz de la bombilla me disipó los pensamientos.
- Por fin despertaste, ¿Qué te pasó, Talia? - preguntó Mateo, preocupado por mi. - Lo último que vi en cuando la ambulancia llegó fue a ti en el suelo...
- No lo sé...dejé de sentir las piernas y me desmayé. Lo último que sé es que estoy aquí...- contesté mientras pasaba una mano por mi cabello, y sentí una puntada en mi cabeza. - ¿Una cicatriz cosida?
- Al caer, te heriste la cabeza con una roca que estaba cerca, por eso la contusión. - habló una voz ronca y varonil, mientras la silueta de un hombre alto se mostró tras las sombras. -
- Ah, olvidé decirte, justo en el momento que llamé a la ambulancia, un soldado llegó y te levantó. - comentó Mateo, en voz baja. -
Giré mis ojos hacia el soldado, y tuve que tragar saliva para no quedarme sin aliento. Era alto, tenía una complexión musculosa y atlética, con brazos fuertes y bien definidos, tenía el cabello oscuro, un poco desordenado y con un estilo casual. Su rostro estaba marcado por una barba ligera y bien cuidada, que le daba un aspecto rudo pero atractivo. Sus ojos son oscuros, con un color café acaramelado muy bonito, y expresivos, y su expresión general sugiere confianza y determinación. Llevaba una camiseta ajustada negra que resalta su musculatura y un accesorio en el hombro, que parecía ser parte de un uniforme o equipo especializado.
- Ah, gracias...eh...- le hablé, nerviosa. Hace tiempo no veía a un chico tan guapo. -
- Carlos, mi nombre es Carlos. - contestó, con una leve sonrisa, parecía aliviado de verme bien. -
Mateo y yo intercambiamos miradas, era como si me hubiese leído la mente.
- Mi nombre es Talia, un gusto...y gracias por coser la herida, jeje...- contesté, encantada. -
> Carlos <
No sé que me hizo querer ayudar a Talia, era como un sentimiento extraño el cual no podía entender, pues no es que prestase mi ayuda tan fácil, pero si quería cambiar, ese era el primer paso. Ser una buena persona y ser desinteresado.
- No es molestia, en parte ese es mi deber, proteger a los más débiles, y más con lo que está pasando con eso del virus y todo eso. - hablé, con una expresión calmada, Talia y su amigo lucían jóvenes, y no quería asustarlos. -
- Así que es un virus, eh? Si lo era, ¿por qué la prensa no dijo nada? Son los primeros en clavar sus garras en ese tipo de cosas, ¿no te parece? - comentó Mateo, cruzándose de brazos. -
- La prensa no todo el tiempo informa sobre las tragedias, o bueno, quizás lo hacen es para cundir el pánico en la sociedad, así tienen mejor calidad de noticias. - contesté, con una mirada fría. -
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Fanfic"𝑨𝒍 𝒎𝒆𝒏𝒐𝒔 𝒕𝒆 𝒕𝒆𝒏𝒈𝒐 𝒂 𝒕𝒊, 𝑻𝒂𝒍𝒊𝒂" Los personajes no me pertenecen (Excepto Talia), todos los derechos reservados a CAPCOM