Advertencia: Contenido y lenguaje sexual, leer bajo responsabilidad.
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La habitación estaba en penumbra, apenas iluminada por la tenue luz de la lámpara en la mesita de noche. Te recostabas en la cama, observando a Patrick mientras él, ajeno a tu mirada, organizaba sus cosas. Desde que empezaste a salir con él, cada día se había vuelto una nueva aventura. Había algo en su manera de moverse, en su actitud despreocupada, que te tenía completamente atrapada.
Patrick se giró hacia ti, con una sonrisa burlona en los labios-¿En qué piensas?-. preguntó, su voz un susurro cargado de complicidad.
-En ti-. Respondiste sin titubear, disfrutando del brillo en sus ojos al escuchar tus palabras.
Amas todo sobre Patrick.
Su cabello oscuro, su sonrisa burlona, su andar confiado y despreocupado, ese brillo en sus ojos que revela una mezcla de peligro y magnetismo. Incluso su aire de superioridad que a veces te exaspera.
Pero te encantan especialmente
sus manos.Te encanta verlas cuando agarra su encendedor y juega con la llama, o cuando se pasa los dedos por el cabello en un gesto casual. No puedes apartar los ojos de ellas cuando sostiene su cuaderno de dibujo con esos trazos firmes y seguros, y te encanta especialmente la sensación de sus manos en tu piel, su toque mezcla ternura y fuerza.
No debería ser tan vergonzoso, pero ¿Cómo se supone que le vas a decir a tu novio que te empapas sólo con verlo apretar el puño o moviendo esos largos y hábiles dedos?
Pero el secreto te está volviendo loca. Odias ocultarle cosas y has estado actuando de manera tan extraña que él está empezando a notar que algo anda mal.
Además del hecho de que casi se te cae la baba cada vez que hace algo con esas malditas y deliciosas manos suyas.
Patrick cerró el cuaderno de forma brusca, dejó el lápiz encima y se puso de pie, decidido a confrontarte al respecto.
Estás sentada en la cama, agarrando nerviosamente la manta entre tus dedos.
Patrick se desnuda solo quedando en ropa interior y se para frente a ti. Él no dice nada, simplemente se queda ahí mirándote. Te inquietas inquietamente bajo su mirada.
Finalmente, habla.
-¿Qué es lo que te está molestando?-. Pregunta en voz baja, levantando una de esas hermosas manos para acariciar con un dedo largo tu clavícula. Sigues el movimiento con tus ojos y dejas escapar un pequeño escalofrío cuando su dedo deja un rastro de calidez detrás.
-Nada.. -. Dices, tus ojos todavía están en su mano, que ahora se ha movido desde tú clavícula para acariciar hacia arriba y hacia abajo a lo largo de tu brazo.
-¿Tienes algo que decirme?-. Pregunta Patrick. Levanta la otra mano, la coloca debajo de tu barbilla y acerca tu cara a la suya. Sus ojos azules son penetrantes, pero brillan de diversión.
Sacudes la cabeza sin confiar en ti misma para hablar.
Sobre todo porque tú cuerpo está empezando a reaccionar ante la sensación de su mano acariciando tu brazo.
El agarra tu barbilla un poco más fuerte. No lo suficiente fuerte como para lastimar o dejar una marca, Pero sí lo suficientemente fuerte como para apretar los dientes y dejar escapar un pequeño gemido de exitación.
-No me mientras-. Susurra -Eres una terrible mentirosa-. Intentas tragar, Pero tu boca está seca. En lugar de eso te lames los labios y sus ojos siguen el movimiento.