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—XVII: All My Childrens—

ALEXA TENSÓ SU MANDÍBULA AL escuchar aquella pelea de hermanos, rodó sus ojos mientras dejaba de lado su lectura

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ALEXA TENSÓ SU MANDÍBULA AL escuchar aquella pelea de hermanos, rodó sus ojos mientras dejaba de lado su lectura. ― ¿Podrían callarse? Hacen que me sea difícil concentrarme ― observó a Klaus y Kol que solamente levantaron sus manos en señal de paz, nadie se atrevía a contrariarla.

Escucharon la puerta y rápidamente unos pasos hacia ellos, la familia Mikaelson vio entrar a Rebekah con el vestido roto, la sonrisa que se posó en los labios de la rubia recién convertida fue de complicidad.

― Vaya, vaya ― Kol se levantó interceptando a su hermana. ― Ya era hora.

― Fuera de mi camino.

― No llegaste a dormir, que escándalo ― el menor de los Mikaelson sonrió divertido mientras Klaus simplemente sonreía ante eso y Alexa rodaba los ojos. ― Espero que no sea ese plebeyo ¿Matt, se llama?

― Ya no estamos en esa época, Kol ― el alma gemela del híbrido dejó de lado su libro, colocándolo en la mesita que tenía a lado.

Su amigo volteó a verla con una leve sonrisita. ― Nunca pasa de moda cuidar a mis chicas.

Alexa sonrió y levantó las manos en señal de paz, Kol le guiñó el ojo mientras regresaba a Bekah que no estaba de humor para las bromas de sus hermanos.

― Si no te callas, Kol, te voy a tirar los dientes.

Klaus soltó una pequeña risa, mofándose de ello mientras Elijah bebía de su taza llena de sangre, prestándoles atención.

― No empieces, Nik ― lo regañó su hermana.

― No he dicho nada.

― Estoy aburrido ― Kol se dejó caer en el sofá enfrente de la pareja. ― Nuestra hermana es una zorra, pero al menos se divierte. Quiero divertirme.

― ¿Qué esperas? Anda, diviértete ― Alexandra se enderezó, dejando libre el regazo de Nik, dónde tenía sus pies. ― Demuestra porque Kol Mikaelson es el hermano más inestable al alcohol.

Rebekah rió chocando los cinco con su mejor amiga, ambas rubias con una sonrisa en su rostro.

― Se me olvidaba eso de chicas unidas que tienen ustedes dos ― el menor de los Mikaelson las señaló. ― Es algo que no extrañaba, pero tomaré el consejo querida Alexandra, mientras tú y tu esposo se unan, divertirse solo no es diversión.

Su esposo a su lado bufó mientras seguía dibujando a su novia vestida con el atuendo de ayer. Alexa se encogió de hombros, asintiendo.

― Me lo debes por clavarme una daga en el pecho, Nik ― Kol se recargó en sus rodillas. ― Alexa ya aceptó, solo faltas tú y me lo deben, ambos por dejarme pudrirme en esa caja.

― Sin resentimientos, Kol ― Alexa levantó sus manos en ofrenda de paz, acomodándose la diadema que había decidido utilizar hoy. ― Iremos contigo.

The Great War || Klaus MikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora