No todo es lo que parece
- Y su relación con ese chico, Paul, ¿le ayudó psicológicamente a su recuperación?
- ¿Relación? -Me sonrojé al pensar en ello como una "relación"- Sí, en cierto modo. Hablar con él era muy reconfortante, incluso si no teníamos nada de qué hablar, o si fuera sobre una tontería -Reí- Es una lástima que se haya ido así.
- Y tengo entendido que ese mismo día usted se enteró de una gran verdad con respecto a su cuerpo, ¿cierto?
- Cierto -Respiré profundo- Descubrí algo que me causaría pesadillas por varias noches. Descubrí que no soy quien creo que soy. Fue... horrible.
- ¿Qué ocurrió?
- ...
...
En algún lugar, hace ya algún tiempo...
Ese día, por tarde, tras hablar con la psicóloga, me sentí agotada. La conversación no había sido particularmente reveladora; la psicóloga parecía más interesada en hacerme preguntas que en darme respuestas. Mi mente seguía dando vueltas, y aunque ella había sido amable, salí de la sesión sintiendo que seguía atrapada en la misma confusión desde que desperté.
Cuando me dijo que mi mamá vendría a visitarme ese día y que posiblemente podría irme a casa con ella, una mezcla de emociones me invadió. ¿Iba realmente a volver a un lugar que se suponía era mi hogar? La idea de salir de ese hospital me llenaba de emoción y de miedo al mismo tiempo. ¿Qué me esperaba afuera?
Por muchas razones escuchar eso me emocionó y... no lo sé, tal vez fueron los nervios, pero sentí la necesidad de ir al baño. Caminé despacio, sintiendo el frío del suelo bajo mis pies descalzos, y cuando finalmente estuve sola en el pequeño cubículo, fue entonces cuando lo vi, algo que se supone no debería estar ahí.
Lo que vi no tenía sentido. Bajo mi propio razonamiento... las mujeres no tienen pene. Pero ahí estaba, en mi cuerpo, algo que no debería estar ahí. Mi mente se quedó en blanco por un instante, como si mi cerebro intentara protegerme de la realidad que se negaba a aceptar.
- ¡AAAAAAAAHHHHHH! -Me desplomé hacia atrás, al suelo, sintiendo el impacto frío del piso- ¿¡QUÉ DEMONIOS!?
- ¿¡Qué pasó!? -La enfermera llegó corriendo, recuerdo su rostro pálido- ¿¡Estás bien!?
Por más que quisiera, no podía responder. Las palabras se ahogaban en mi garganta, mezcladas con la náusea y el horror que me invadían. Lo que había visto... no podía describirlo.
- ¡HAY UN-! ¿¡POR QUÉ TENGO UN-!? - No pude describir lo que había visto
La enfermera intentó acercarse, pero yo retrocedí, alejándome de cualquier ayuda. No quería que nadie se acercara. Sentía como si mi cuerpo no fuera parte de mí, sino de alguien más, como si yo fuera un bicho raro que no encajara con la realidad.
Las náuseas aumentaron, y junto con ellas, una oleada de lágrimas que luchaban por salir. Quería gritar, llorar, desaparecer. Sentía una punzada en el pecho y un dolor creciente en la cabeza que se intensificaba cada segundo. Y ahí, en el suelo del baño, mi grito se transformó en un eco, hasta que ya no pude escuchar nada más. El mundo a mi alrededor se desvaneció, y lo último que recuerdo es que todo se volvió negro.
Wow, eso fue muy extraño. Solo piénsalo, lo poco que sabía de mí, resultó ser una mentira. No era una chica, pero eso no explica lo demás. Bueno, el cabello puede pasar, pero, ¿por qué tendría senos? ¿y mi voz? Y esas solo son las diferencias más grandes que noté.
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Erika, no él
Подростковая литература"¿Quién dice que no soy un engendro?" Erika despierta de un largo y profundo sueño, pero lo primero que siente no es alivio. Algo no cuadra. Los rostros que ve, las voces que escucha, parecen familiares, pero no logran disipar la sensación de que al...