Chapter 2.
A Chifuyu le sorprendió mucho cuando su madre llegó de improviso a visitarlo.
Ella no iba a menos que sea su cumpleaños o navidad.
Su vida no ha sido algo fácil, sabe que han pasado cosas en su vida que no son de lo más normal para un niño de su edad; un detonante fuerte fue la ida de su padre. Recuerda que fue hace unos años cuando se despertó por los típicos gritos de sus padres peleando, como siempre, bajaría a ver que sucede y su padre lo sostendría en sus brazos para decirle que se calmara y que todo estaba bien y luego dormiría de nuevo.
Aquella noche no fue así.
Bajo, pero cuando lo hizo, solo vio a su madre llorando en las escaleras, la puerta de la casa se encontraba abierta y nevaba.
—¿Mamá?
Tenía cinco años, su madre lo miró de la manera más triste en la que se puede ver a alguien.
—¿Y papá?
—Vamos a dormirte pequeño, hace frío y es muy tarde.
—Bien.
Su mente de pequeño pensó que quizá mañana volvería a su padre, pero no fue así. No lo vió al día siguiente o al siguiente. Cuando cumplió seis años, su madre se sentó con él en la mesa y tomó sus manos.
—Desde ahora seremos solo nosotros dos Chifuyu. ¿Sabes lo que es el divorcio?
—Cuando dos personas casadas ya no quieren estarlo más.
—Muy bien cachorro.
Tardo unos momentos en comprender.
—¿Tú y papá se divorciaron? —Su madre asintió apenas, no quería que volviera a llorar —. ¿Él se fue?
—Sí, ¿te molesta quedarte conmigo?
—No, me gusta. Aunque tendrás que aprender a hacer el pastel de chocolate que hacía papá.
Su madre rio. Aunque no se sintió como una risa real, para Chifuyu fue suficiente.
Cada noche, veía como su madre se encontraba en la cocina e intentaba seguir la receta que estaba pegada en el refrigerador, escrita por su padre. Era como si todo hubiera estado planeado; no lloró al saber que su padre ya no estaría, no recuerda haberse sentido triste, sin embargo, no lograba comprender por qué su padre los había dejado.
—¿Por qué se van los papás? —Le preguntó el menor de siete años a su maestra de arte. Ella lo miró sorprendida, pero no le respondió y solo le sonrió.
A la semana siguiente, é y su madre se mudaron de Japón a Estados Unidos. Y ahí vivieron los dos juntos hasta que el menor cumplió los trece y su madre lo mandó de nuevo a Japón.