★: Capitulo I

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Desdé el día que Ibai le dijo que pelearía contra el Mexicano, ya no podía sacarlo de su cabeza...

Era increíble como Plex se había enamorado de ElMariana solo con verlo una sola vez, ¿estaba bien de la cabeza? Un amor así no podía suceder ni en un millón de años, estaba loco si quería intentar algo con el de lentes

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Era increíble como Plex se había enamorado de ElMariana solo con verlo una sola vez, ¿estaba bien de la cabeza? Un amor así no podía suceder ni en un millón de años, estaba loco si quería intentar algo con el de lentes. Él tenía novia y Plex lo sabía, lo sabía desde que lo conoció, ¿cómo le pasaba por la cabeza siquiera ver a ese chico con ojos de amor?

Todo lo tapaba con que “Es una rivalidad” pero, en realidad lo quería tener en su cama y hacerlo sentir maravillas. Era realmente estúpido por enamorarse de alguien como ElMariana, se cuestionaba mucho el porque pero, solo paso, no había algo que lo impidiera, se enamoró de esos ojos cafés encantadores y del mítico “chile mexicano”

—Creo que me moriré de amor— Pensó Plex en voz alta, para él, esto si lo mataría. Estaba condenado a repetir sus sentimientos una y otra vez sin ni siquiera estos ser correspondidos.

—¿De que hablas, raro?— Escuchó a lo lejos. ¿Quién carajo le llamaba? Volteó rápido su cabeza y miró a uno de los mejores amigos de Mariana, Aldo Geo.

—Dios, me has sacado un susto. ¿Desde hace cuanto que estás aquí, gilipollas?—
Suspiro con fastidio el más alto.

—Llevo más tiempo que tú aquí, pendejo. Estamos viendo todo lo de la velada, ¿que andas en las nubes o que, wey?— Cerro los ojos en negación y siguió —Mira, cabron. Escuché que dijiste que morirías de amor, pero, ¿de amor por quién? La verdad no sé porque me interesa pero, al fin y al cabo pues para eso estamos, podrás ser rival de mi compa y todo, pero te vez buen pedo.— El repentino interés de Aldo en saber porque se sentía así, le hacía sentir mucha confianza. Estaba feliz.

—... Gracias, yo, creo que me he enamorado de una persona que nunca correspondrá a mis sentimientos.—  Su ánimo decayó, ese amor lo estaba matando.

—¿Pero quién es, wey? Si no me dices, no te puedo ayudar— Río con sarcasmo. Tenía miedo de la opinión del moreno.

—Lo conoces... Eh, es... La verdad estoy me causa jaqueca, ¿lo hablamos luego?— Si, lo estaba evitando.

—Es Mariana, ¿verdad?—

Sus ojos se abrieron en segundos, al parecer había sido bastante obvio. Demonios, está acabado.

—Vaya, ¿se nota mucho? No me mires raro pero, creo que en verdad me atrae tu amigo— Sonrojado lo miró —No se le digas, ¿si?—

—No te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo... Pero, ¿sabes que él ya tiene...?—

—Lo sé.—

—

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Más allá de la velada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora