4. Aniversario

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"Pablo y Román intentan estar tranquilos en su aniversario"
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—Espero que hoy no nos rompa las bolas nadie —comentó Pablo, abrazándose a Román en la cama.

—Estás en plena Copa América, mi amor, obvio que para algo te van a necesitar —le recordó Román, mientras acariciaba sus rulos.

—Bueno, que se jodan —gruñó Pablo, mientras lo besaba. Amaba estar en las concentraciones y estar con los jugadores, a quienes, por más que no lo admitía, quería como a hijos. Pero le rompía las bolas estar en una concentración cuando caía su aniversario con Román, porque no podían estar tranquilos y las mayoría de las veces ni siquiera juntos.

Román le correspondió a varios besos. Miraron la hora cuando Pablo soltó un bostezo. 1 y pico de la madrugada.

Si bien no era tan tarde, Pablo había sufrido en el partido con los penales y bueno, se había cansado un poco. Además, con los jugadores estaba acostumbrado a dormirse temprano (a pesar de segundear a algunos y dejarlos que se queden más tarde).

—Dormite, dale —se rió Román.

—Vos sos el que me está jodiendo desde las doce —retrucó Pablo, haciendo una mueca que fue borrada por los labios de Riquelme—. ¿Y los nenes? —susurró mientras se acomodaba en su pecho.

—Ana los está cuidando —respondió Román, y Pablo suspiró tranquilo. Ana era su mejor amiga, con quien había tenido cuatro hijos y se había casado para aparentar, pero se separaron para que pueda vivir su vida con Román (según la prensa seguían juntos). Sabía que esos diez locos estarían bien con ella.

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Pablo se despertó cuando escuchó ruidos en su pieza. Por el aroma, notó que seguía en el pecho de Román. Se levantó un poco asustado al recordar que no había cerrado la puerta con llave y que tenía puesta una camiseta de Boca vieja.

Por eso siempre cerraba la puerta. Para que no entren y lo jodan con eso. Sabía que el hecho de que estuviera de novio con Román ameritaría las jodas, pero no tanto como si lo encontraran con una camiseta de Boca siendo ídolo de River.

—¿Y esa camiseta? —Escuchó la voz burlona de Enzo a sus espaldas, y se giró con cara de orto. Las risas cesaron de inmediato: a él siempre le hacían caso.

—Callate que después se enoja conmigo —le dijo el Dibu.

—¿Por? —le susurró Enzo.

—Porque lo jodo —respondió en el mismo susurro Dibu—. Estoy aburrido así que voy a molestarlo un rato y...

—Cerrá el orto —le dijo Julián, observando de reojo el rostro algo dormido (y bastante enojado) de Aimar.

—Rajen ya de acá —murmuró el mayor—. ¿Saben qué día es hoy, no? —No, no lo sabían, o al menos no sabían el significado que tenía ese día para él.

—5 de julio —sonrió con burla Julián—. Salieron campeones en Malasia hace 27 años. —La verdad, que fue el que más se acercó.

—Ayer pasamos a semis —agregó el Dibu, y con Enzo empezaron a gritar.

Pablo hundió la cabeza en la almohada, con un suspiro. Y eso que faltaba Otamendi...

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