Capítulo 1. Piloto
A veces uno deseaba ser el que maneje su vida hasta... bueno, no sabía hasta cuando, pero lo que sí sabía era ser la copilota de mi vida. ¿Eh? Sí, no era quien manejaba mi vida, mis decisiones o lo que fuera. ¿Por qué? Porque mi vida o lo que entendía de vida había sido arrebatada.
Mire la hoja que tenía en mi escritorio, el lápiz que aún sostenía en mí mano y me deje en algo claro: no servía para esto.
—¿Problemas en el paraíso, señorita Martínez?
Sentí que la mirada de una pelinegra al lado mío. No la mire.
—No, profesora, tranquila.
Me sonrió.
—Entonces, muéstrame los dos primeros ejercicios.
Las risas atrás mío empezaron a ser cada vez más fuertes. Uno que los ayuda, les devuelven así.
—Su promedio del año pasado fue horrible —comenzó a decir sin mirarme, mientras revisaba unas hojas—. No tengo problemas que no haya querido dar mi materia como previa, pero en el futuro será un gran dolor de cabeza. Quiero decir que este año ha levantado la nota, pero no es suficiente —su mirada a través de esos anteojos era desafiante, era horrible—. Así que estoy esperando que pase adelante.
Apretó mis manos al escuchar las risas detrás mío.
Entendía perfectamente que no era perfecta, que no era la estudiante que esperaba la profesora y aunque quisiera no podía serlo, pero ¡lo estaba intentando!
Sabía que Eve, me miraba con cara de lástima. Siempre lo hacía en la peor hora de mi vida, siempre. Y, no tenía que ser una adivina para saber que la profesora me retaría o me mandaría a la dirección por desobedecerla. Estaba más claro. Pero... ¿Y sí jugaba con ella un poco?
O sí alguien lo hacía.
Me levanté de mi lugar, de mi silla. Sin muchas ganas me acerque al escritorio de la profesora de matemáticas. Ella era alguien que podías tranquilamente ganarte un lugar en el infierno sí la enfrentas. Tenía el veneno de una víbora, y era ágil, audaz, pero solo era así con nosotros. A diferencia de nosotros con los profesores era el conejito más adorable de todo el mundo.
Era respetada, obvio. Sí alguien le hacía algo, querido o querida te aseguro que tenías un pie afuera de la escuela. Imposible que ella le levanté la voz a un adolescente, o a un docente. Demasiado. Pero sé su enemigo y verás como todo ese odio te está devorando.
Agarre el fibrón negro de ella y me acerque al pizarrón. Copie el mismo ejercicio que estaba en una esquina, y aunque fuera bueno me lo sabía de memoria el procedimiento. Solo quería ir más allá.
La puerta se abrió de golpe con un estruendo que todos miramos al idiota que lo provocó y a su grupito de estúpidos.
Jace era el capitán de un grupo de fútbol, muchos lo "adoraban" de cierta forma porque era como un Messi en la escuela. La diferencia, es qué él tenía en cabello negro con rulos, altísimo, cuerpo bien formado, y lo que sobresaltaba de todo era ser un completo idiota. Para la gran mayoría era el popular y eso que era su ante penúltimo año y no sé creía que un chico de quinto tuviera tanto reconocimiento.
Idiota.
Volví a mirar el pizarrón, viendo el ejercicio.
—Señor González, sabe que existe la acción de tocar la puerta, pedir permiso, esperar y caminar como alguien decente —su voz era suave, pero en el fondo se podía sentir que quería gritarles con toda su fuerza. Y más sí es posible.
ESTÁS LEYENDO
No Te Enamores
RomancePara ella el odio había sido una clave importante en su vida, dependía de él para aceptar y cobrar venganza de lo que pasó hace dos años, aunque era el tiempo de sanar no quería tomar esa decisión... ¿o solo necesitaba ayuda para hacerlo? Ellos quie...