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El casamentero se retiró, dejando al emperador solo con sus pensamientos. La habitación, iluminada apenas por la tenue luz de unas pocas velas, estaba sumida en una suave penumbra. La mirada del emperador se fijó en la taza de té casi intacta frente a él, fascinándose con los reflejos de luz que danzaban en su superficie.
Las puertas de papel se deslizaron, permitiendo la entrada de una luz cegadora que se reflejó en la taza de té, captando de inmediato la atención del emperador. Al levantar la vista, las puertas se cerraron de golpe, devolviendo la habitación a su estado de penumbra.
— Disculpe la interrupción, mi señor, pero su baño está listo. — dijo Min Seok, inclinándose en una profunda reverencia.
Los oscuros ojos del emperador se posaron en su sirviente, y carraspeó ligeramente antes de ponerse de pie.
— Gracias, Min Seok. Dile a las sirvientas que hoy no necesitaré sus servicios; quiero estar solo. — ordenó el emperador, y el sirviente asintió.
Al elevar Min Seok su mirada al emperador, sus labios vacilaron, lo que no pasó desapercibido para el monarca.
— ¿Tienes algo que decirme? — preguntó el emperador directamente.
— No, mi señor. Pero tenía curiosidad por saber cómo le fue con el casamentero. — respondió Min Seok, tomando aire.
Si no fuera por la relación de años que compartían, el sirviente probablemente no se atrevería a hacer tal pregunta.
El emperador lo observó, tratando de mantener una expresión neutral, aunque una pequeña sonrisa curvó sus labios.
— Nada fuera de lo común. Es un tanto... peculiar. — afirmó, evitando la mirada de su sirviente, demasiado distraído pensando en el casamentero.
Min Seok arqueó una ceja, notando la vacilación en la voz del emperador. Era raro que Soobin se interesara tanto en alguien.
— ¿Peculiar, dice? — replicó Min Seok, evaluando cuidadosamente sus palabras.
— Sí. ¿No crees que es diferente a lo que acostumbramos? — preguntó el emperador, ahora mirando a su sirviente a los ojos.
— Bueno, si me lo permite, me genera un poco de desconfianza. Es muy joven y parece inexperto, como usted dice; distinto a lo que acostumbramos. — habló Min Seok con sinceridad. El emperador no se molestó, ya que las personas de la edad de Min Seok tendían a hablar con esa franqueza.
Soobin asintió lentamente, sus ojos entrecerrados mientras recordaba la intensa mirada que había compartido con Yeonjun.
— Aun así — continuó Min Seok — puede que sea un joven eficiente. Tal vez esta nueva generación de casamenteros tiene métodos diferentes, pero efectivos.
