La noche había llegado más rápido de lo que se imaginaba el castaño, teniendo a sus amigos en el living de su casa, haciéndolos esperar hasta que él se decidiera qué ponerse.
— ¿Terminaste o te vas a probar 4 camisas más? — se quejó Germán, sentado en el sillón del castaño.
— ¡Es que mi camisa de flores amarillas no va con mi bermuda blanca, Ger!
— Tene' un buzón negro con un jean, Rodrigo.
— Pero aprovecho y armo oufits ahora — sonrió de oreja a oreja con su camisa en las manos.
— ¡Nos vamos, pelotudo! — Angie agarró a carre del brazo y lo arrastró hasta la puerta, siendo seguida por los demás.
— ¡Pará, aborto mal hecho! — se quejó el bajito buscando el brazo de su amiga hasta que lo soltara, no teniendo éxito hasta que llegaron al ascensor.
— No pienso perder más el tiempo acá, quiero ir de joda — refunfuño germán, encorbandose.
— Pará, gil, que ya vamos — Tomás apretó el botón de la planta baja y el ascensor se comenzó a mover.
— Angie, pelotuda ¡me estiraste todo el buso! — carre se acomodaba al frente del espejo que el ascensor tenía.
— 'tas fachero amigo — Angie le sonrió como disculpa.
En ese instante, el ascensor se abrió de par en par y le dio a rodrigo una idea.
— Me voy a sacar una foto y la voy a subir, muevanse para allá — empujó a sus amigos a una esquina y agarró su celular para sacarse una foto.
fachero 😎
La publicó en su instagram, corriendo para alcanzar a sus amigos que estaban bastante lejos en el estacionamiento.
— ¡Dale, Rodrigo!, ¡Deja la novia un rato! — gritó germán por la ventanilla del auto, los otros dos asintieron.
— Uh, bue', no pensaba que fueras un envidioso — rió y se subió en la parte del copiloto junto a Angie.
— Cállate vos, pendejo — El de lentes le pegó un cortito en la nuca.
— ¡Se quedan quietos! Dios mío... — gritó angie al volante.
— ¿Cuánto falta? me duele el culo de estar sentado — se quejó Tomás.
— Ya estamos llegando, tranqui', la piloto anda medio muerta — rió Rodrigo.
— Estoy bien, tonto — codeo a su amigo con una sonrisa.
— Mira, ¿ese no es el cartel de la publicación?
— Uh, si, ya llegamos — Angie estacionó el auto al lado de puerta del lugar.
los chicos se bajaron al instante, estirándose para no tener ningún futuro calambre.
Caminaron hacia la puerta, cagandose de risa por como caminaba tomás, debido al dolor de piernas generado por estar sentado tanto tiempo.
— Manga de chupa pijas, no salgo más con ustedes — tomás sacó el dedo del medio y les abrió la puerta a sus amigos.
— Fa', la puta madre, que olor a porro — Angie se tapó la nariz al sentir tal hedor.
— Al rodri le debe gustar — germán miró de reojo a rodrigo, el cuál fumaba vape.
— Cállate, gil, que estos pibes tiran humo como sorete en invierno — también se tapó la nariz, asqueado.
germán negó con la cabeza divertido y buscó alguna mesa libre. Cuando por fin encontraron una, caminaron entre la gente para llegar.
Rodrigo tenia la vista perdida, y al ser el último en la fila de sus amigos (y por su tamaño) terminó perdiéndose entre la gente, y chocando accidentalmente con un chico, tirandole parte de su bebida encima.
— ¡Perdón, perdón! — se apresuró a decir carre, pasando sus manos por la camisa mojada del otro.
— ¡Tranquilo, pibe!, es agua, en un rato se seca
el chico era mucho más alto que el castaño, pelo ondulado y azabache, con los ojos más hermosos que carre vio alguna vez, sintiéndose deslumbrado ante el aleteo de las pestañas ajeno cuando parpadeaba, incluyendo su facha y la hermosa sonrisa que le regaló.
— ¿Eh? — dijo el ojiverde medio embobado.
— No estoy tomando, es agua, así que tranquilo — se acomodó la gorra — Soy Iván Buhajeruk, ¿Vos? — le extendió la mano para un saludo cordial
— Fua', medio difícil tu apellido, mejor te digo Iván — rieron levemente — Rodrigo Carrera, un gustazo y perdón por tu camisa — le aceptó el saludo, devolviendole la sonrisa.
Un cosquilleo recorrió su cuerpo, y está vez no era por sus cicatrices.
— Uh, mis amigos que deben estar esperando — Iván miró para atrás.
— lo mismo digo — respondió.
Los chicos volvieron a mirarse, dándose cuenta que todavía no se soltaban las manos. Rieron nerviosos y se soltaron suavemente, quedando rojos como tomates.
— Fue un gusto, Rodri, tal vez nos encontremos luego — le palmeo el hombro — chau, pa'
— Chau, burbuja, que te vaya piola — el otro rió ante el apodo y se perdió entre la gente.
POR DIOS, ¿QUÉ CARAJO CON ESE BOMBONAZO?