Había empezado el verano, por lo tanto, en lo único que podía pensar Rodrigo era en las deseadas vacaciones que estaba saboreando desde agosto.
Se levantó de la cama empapado de sudor, viendo en su reloj de pared que eran las 5:30 de la mañana, le daba el tiempo para darse una ducha antes de entrar a la facultad.
se desperezo y se dirigió al baño para darse un baño, no sin antes agarrar su teléfono.
Apagó su celular y suspiró, viéndose al espejo y viendo con pudor sus ojos hinchados por el llanto de la noche anterior, los sentía calientes he irritados.
Para resumir, su novia le había sido infiel por tercera vez, realmente ya no sentía fuerzas para pelear contra ella, así que simplemente lo dejaría pasar con tal de no sentir más dolor.
Bueno, tal vez desde hacía un tiempo estaba pasando más dolor del que debería.
admiró su cuerpo desnudo frente al espejo y se sintió pequeño, como su cuerpo se hacía diminuto al ver las cicatrices dibujadas sobre sus extremidades superiores, creando corrientes de piel que parecían moverse frenéticamente. Su cuerpo entero picaba.
Sin permitirse pensar más, encendió la ducha y se metió bajo el agua, sumergiéndose en la calidez del agua y dejando que recorra su cuerpo.
deseaba con todas sus fuerzas que llegara la noche y emborracharse hasta perder la conciencia.
caminó hacia la puerta de la facultad, visualizando a su amiga Angie Velasco fuera del baño de caballeros.
— ¿Qué onda, torta? — Rodrigo le palmeo la espalda a la chica.
— 'toy esperando a Germán y a Tomás, que se andaban meando — carcajeó y chocaron los cinco como saludo.
— ¿No viste a Patricia? — preguntó con un nudo en la garganta.
— Rodrigo — se ganó la atención del castaño —déjala ir, 'mano.
El ojiverde se sintió morir por las palabras de su mejor amiga, el sabía que ella sentía su tristeza.
— ¿Cómo?
— Todo lo bueno termina llegando, Ro, alguien algún día va a lograr abrirte los ojos y te vas a dar cuenta, que no mereces tan poquito amor — le acarició la mejilla — me duele verte destruido, mi vida, no te puedes permitir sufrir por alguien que no te quiere.
A Rodrigo esas palabras le cayeron como un balde de agua fría.
— ¡Rodriiii! — Tomás lo abrazó con ternura — ¿Cómo te sentís? ¿Estás bien? — el chico posó sus dos manos en los laterales de la cara del bajito y lo miró con preocupación.
— Tranqui, tomi, estoy bien — sonrió contento.
— Me fui dos segundos y ya andan con puterias, asco — rió Germán, apareciendo por la izquierda de donde se encontraban los chicos.
Rodrigo admiró el panorama que lo rodeaba, sonriendo a la par de sus amigos.
— ¿Listo para volver a empezar? — dijo angie, sin dejar de sonreír.
— Mucho más que listo.