Loki's Little Witch [es]

capítulo 10. aceptando la nueva realidad

Wanda levantó la mirada escaneando el enorme salón del Santuario. No había pasado mucho desde la última vez que puso un pie allí, pero aquella vez, apenas miró a su alrededor pues su mente estaba mucho más concentrada en lastimar a su padre, el mismo hombre que ahora la guiaba hacia un pasillo a la izquierda por el que nunca antes había caminado.

Dos puertas se abrieron repentinamente cuando llegaron frente a ellas, revelando una habitación oscura cuya única fuente de luz provenía de una cúpula brillante que sostenía una Orbe de piedra y oro en el centro.

Definitivamente ese no era el lugar que pasó por su mente cuando Stephen le había dicho a su papá que saldrían a dar un paseo.

—¿Ya me dirás qué es lo que estamos haciendo? —cuestionó, haciendo que su padre detuviera sus pasos.

—Pensé que lo sabías desde que salimos de casa.

Wanda no pudo evitar sonreírle—. Siempre has sido el más difícil de leer, pero estoy tratando de no hacerlo más. Solo quiero un poco de silencio para variar.

Stephen asintió dejando escapar una bocanada de aire, mientras juntaba sus manos—. Imagino que Loki te dijo la verdad —Wanda no pudo evitar fruncir el ceño ante sus palabras—. Hace doce años una carta anónima apareció aquí —bajó la mirada, incapaz de seguir viéndola a los ojos—. Decía que una joven había mostrado un atisbo de Magia del Caos, la primera y la más antigua forma de magia en el cosmos, una magia tan poderosa que se pensaba que no era real. Y se creía que el único ser capaz de poseerla en todo el universo era el que estaba destinado a convertirse en la Bruja Escarlata. Un ser profetizado a gobernar o aniquilar el cosmos —halló valor para unir sus miradas de nuevo—. Y que su nombre era Wanda Maximoff.

El ceño de Wanda se desvaneció al escuchar a su padre decir su nombre, definitivamente había pasado un tiempo desde que lo había escuchado por última vez. Y definitivamente conocía la historia, tanto Loki como Mordo se la habían contado, sólo que cada vez repleta de distintas mentiras.

—Como Hechicero Supremo no tuve otra opción que seguir esa pista —continuó—. Y tan solo bastó ver ese par de dulces e inocentes ojos para saber que no eras el mito que estaba escrito en esos libros antiguos. Eras sólo una niñita —hizo todo lo posible por ocultar una sonrisa—. Pero sabíamos el riesgo y decidimos pasar un tiempo contigo para ver de lo que eras capaz, pero no quedó duda desde el primer día que te conocimos en el orfanato que haríamos lo que fuera para protegerte, porque ese día te ganaste nuestros corazones—. Sus ojos se cristalizaron ante el recuerdo de ese día, el mismo que vino a la mente de Wanda—. No todos estuvieron de acuerdo con nosotros al principio, pero pronto vieron en ti lo mismo que nosotros vimos ese día... que no eras más que nuestra hija.

—¿Así que todos lo saben?

Stephen asintió—. Les pedimos que no te lo dijeran. Me gustaría decir que solamente queríamos ahorrarte una desagradable verdad, pero la realidad es que queríamos evitar verte como algo más que nuestra pequeña —tragó dando un paso más hacia ella—. Te juro, sin importar lo que alguno de los dos te dijo, que nunca te hicimos nada, nada para quitarte tus poderes, te lo juro cariño. Nosotros solo... solo elegimos creer que todo no fue más que una forma retorcida de la vida de traerte a nosotros, para que seas nuestra hija, como estaba destinado a ser.

Una sonrisa apenas perceptible se dibujó en el rostro de Wanda—. Lo sé.

Simplemente respondió, incapaz de decir algo más. Sabía que él estaba diciendo la verdad, no sólo porque lo había leído antes, sino porque confiaba en él, porque era su papá, pero aun así, no le dolía menos que no le hubieran dicho antes la verdad.

—Créeme, nada me hace sentir peor que saber que puedo retroceder en el tiempo y evitar que todo lo que pasó suceda. Pero no puedo. Así que lo único que nos queda es afrontarlo.