LIGERO.

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Lo admito, me cansé.

Me cansé de ser la única que luchaba por lo nuestro. Me cansé de que hicieras oídos sordos a mis súplicas; ser testigo de cómo mis palabras se desvanecían en el viento y no poder hacer nada porque en mi inocencia creí que las anclarías al suelo de tu conciencia.

Me cansé de preguntar a los demás por tu paradero porque al parecer te resultó hilarante dejarme sin pistas. 

Me cansé de no recibir lo mismo que daba. De hacerme la tonta y justificar tu ausencia. Me cansé de que fueran mis dudas las únicas respuestas. De fingir alegría cuando mi cuerpo desbordaba tristeza.

Yo. Yo simplemente me cansé, y la única manera que encontré para aligerar el peso que cargaban mis hombros fue dejándote ir. 

Y aunque la opresión en el pecho aún no me abandona...

... lo admito, descansé.

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