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Sus manos estaban sobre el piano, no tocaban ninguna melodía, ni una sola nota, solo las había dejado reposar sobre el instrumento, no tenía inspiración y eso rara vez pasaba. Trató de tocar un acorde, Mi bemol, luego... Do, y... Luego nada, no pudo seguir tocando. En ocasiones la inspiración requería más que solo eso, su mente debía estar tranquila para poder tocar con la soltura que solía hacerlo, pero no era capaz de componer ni una sola armonía. Su mano recayó con fuerza sobre las teclas, emitiendo un sonido brusco. Se alejó del piano y se puso de pie. Caminaba de un lado para otro, intranquilo, manteniendo su mano en su barbilla, de nuevo estaba ansioso, creyó que tenía el control de esa sensación, pero no fue así.

—¿Papi?

Landon empujaba con mucho esfuerzo la puerta del estudio, pero fue capaz de abrirla.

—¿Qué haces aquí, pequeño?

—Tía Kathy me trajo. Quería estar contigo.

Petrus sonrió, observando que Landon caminaba por el lugar, a pesar de su edad era un niño alto, rasgo heredado de su padre, por lo que era capaz de ver los instrumentos sin mayor esfuerzo, además, tenía la altura perfecta para alcanzar el taburete del piano, escaló con agilidad, sin embargo, Petrus le ayudó en el proceso hasta que logró sentarse, cuando adoptó la postura perfecta sus pequeñas manos juguetearon con las teclas, emitiendo, sin estar consciente de ello, una melodía.

—¿Te gusta el piano?

—Sí. Quiero ser como tú cuando sea grande, papi.

Petrus no supo si eso era una buena o una mala señal considerando como él era y cómo se veía así mismo, pese a que creía que era extraordinario.

—Podrás ser muchas cosas cuando seas grande, hijo. Muchas cosas.

Landon continuó tocando el piano y Petrus se sentó a su lado, tratando de acompañar lo mejor que pudiera la melodía que tocaba su hijo, aunque a veces tocaba las teclas que no eran, pero ambos fueron capaces de complementarse.

—¿Mami volverá?

Las palabras de Ava volvieron a resonar en su mente, si estaba decidido a mostrarle a Landon que podría ser un buen padre, debía demostrarlo en ese momento, no anhelaba que la relación entre ellos se fracturara tal como se fracturó la suya con su padre.

—Mamá no volverá...

—¿Por qué no?

—A veces las personas se van, pequeño, a lugares especiales.

—¿Lugares especiales? ¿Cómo el espacio?

—Como el espacio.

—¿Cómo en esa película que me gusta?

—Es posible.

—¿Mami está ahí?

Landon apartó sus manos del piano y lo miró fijamente. Petrus hizo lo mismo, moviendo su cuerpo un poco, a manera de posicionarse frente a él.

—¿Te gustan las estrellas, verdad, hijo?

—Sí, me gustan. —mostró ilusión cuando pronunció esas palabras— Las veo con Ava en el tedescopio.

Petrus rio al escuchar la forma en que Landon había pronunciado el nombre del instrumento.

—Telescopio, hijo. —guardó silencio por segundos, buscando las palabras correctas para hablar— Mamá se volvió una de esas estrellas...

Él no comprendió cómo era capaz de decir esas palabras, tenía que ser cuidadoso con él al hablarle de Dagmar, aunque, la metáfora y la poesía fueron un gran apoyo en ese momento, consideró que no había mejor forma de hablarle a Landon sobre su madre que usando lo que mejor se le da, la metáfora.

CABELLOS NEGROS. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora