Hearts On Fire

Capítulo 11: Hospital

La luz de la mañana se eleva lentamente sobre la ciudad, sus rayos dorados contrastan con el peso que lleva en su corazón. Las calles, generalmente bulliciosas a esta hora, parecen inquietantemente silenciosas, como si el mundo entero estuviera conteniendo la respiración, esperando noticias sobre la condición del héroe.

Se apresura a lo largo de las aceras, su reflejo distorsionado mirándolo desde las ventanas de las tiendas todavía cerradas. Sus pasos resuenan en el pavimento, un ritmo frenético que coincide con el latido acelerado de su corazón. En cada esquina, ve titulares llamativos en los periódicos y en las pantallas de televisión, todos los que informan sobre la devastadora confrontación de la noche anterior. Imágenes borrosas del juego de combate repetidamente, recordándole cada momento doloroso.

Al acercarse al hospital, se da cuenta de la multitud que ya se ha reunido frente al edificio. Los fans, periodistas y ciudadanos comunes se congregan, todos unidos en su preocupación por el símbolo de la paz. Los murmullos ansiosos llenan el aire, mezclándose con el sonido distante de las sirenas y el zumbido constante de la ciudad que se despierta.

Se desliza por una entrada lateral, evitando la atención de la multitud. El interior del hospital es un marcado contraste con el caos exterior. Los pasillos son silenciosos, rotos solo por el sonido ocasional de los pasos apresurados y el pitido constante de los monitores cardíacos. El olor a antiséptico impregna el aire, mezclándose con un aroma subyacente de café de la cafetería del hospital.

Mientras camina hacia la habitación del héroe, se da cuenta de las expresiones tensas en las caras del personal del hospital. Las enfermeras intercambian miradas preocupadas, los médicos conversan en tonos silenciosos en las esquinas, todos conscientes de la importancia del paciente bajo su cuidado. La atmósfera es densa, pesada con aprehensión y expectativa.

Al llegar a la sala donde está hospitalizado, observa la presencia discreta pero inconfundible de la seguridad. Están posicionados estratégicamente, sus ojos vigilantes escanean a cada persona que pasa. Siente el peso de sus miradas cuando se acerca a la puerta de la habitación, pero lo reconocen y permiten su paso con un asentir silencioso.

Antes de entrar, hace una pausa por un momento, con la mano ciernando sobre el pomo de la puerta. Cierra los ojos, tratando de prepararse para lo que está a punto de ver. El sonido apagado de las máquinas médicas se filtra a través de la puerta, un recordatorio constante de la gravedad de la situación.

Finalmente, gira la perilla y entra en la habitación. Lo primero que le llama la atención es el contraste entre el luminoso pasillo y la habitación oscura. Las cortinas están parcialmente dibujadas, lo que permite que solo se filtren estrechos rayos de luz solar, creando un patrón de sombras en el suelo.

La habitación es más grande de lo que esperaba, probablemente una suite privada reservada para pacientes importantes. Las paredes son de un blanco estéril, adornada solo con una pintura solitaria de un paisaje sereno, un espectáculo que se siente irónico dadas las circunstancias. Un pequeño sofá está colocado contra una pared, con una manta cuidadosamente doblada sobre él, lo que sugiere que alguien pasó la noche allí.

En el centro de la habitación se tiene la cama del hospital, rodeada de una variedad de equipos médicos. Los monitores parpadean silenciosamente, mostrando un baile constante de números y gráficos. Los tubos y los cables se serpentean desde la cama hasta las máquinas, formando una compleja red de soporte vital.

Su corazón se aprieta al ver a su padre, el héroe legendario, reducido a este estado. Sus manos tiemblan ligeramente cuando se acerca a la cama, sus ojos ardiendo con lágrimas sin derramar.

"Papá..." susurra, con la voz rompiéndose.

El joven héroe traga con fuerza, tratando de contener la ola de emociones que amenaza con abrumarlo. Se extiende, dudando, antes de tocar suavemente el brazo del héroe, teniendo cuidado de no molestar ninguno de los tubos o cables.