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—H-hola —atinó a responder luego de un breve instante.

Estaba por preguntar alguna banalidad para sacar tema de conversación cuando las puertas del elevador se abrieron. Ambos ingresaron en el ascensor y fue el ojioliva quien presionó el botón correspondiente al piso ocho, piso en el que ambos vivían.

Durante un momento ninguno dijo nada, momento en el que el de pecas aprovechó de mirar de reojo a su vecino: llevaba un overol de trabajo de color azul marino, aunque la parte superior del traje colgaba de la cintura por lo que se podía observar la musculosa de color blanco que llevaba debajo del conjunto. Kyle no pudo evitar ver los trabajados bíceps del joven, sintiéndose un completo desvergonzado por estar mirando de esa manera a su vecino. Mas no podía evitarlo; los cabellos negros, los ojos oliva, la tez ligeramente bronceada y las manchas de aceite y petróleo le otorgaban un aspecto sumamente atractivo. 

—¿Bajaste a botar la basura? —preguntó el más alto dirigiéndole la mirada.

—Así es —respondió Kyle desviando la mirada apresuradamente, temiendo ser descubierto— ¿Tú vienes del trabajo? 

Sin embargo, luego cayó en cuenta de que era una pregunta algo tonta, ¿o quién iba por la vida con un overol, zapatos de seguridad y rastros de aceite y petróleo por todo el cuerpo? 

Quiso golpearse el rostro por su estupidez.

—Sí. No podía tomarme muchos días libres aunque me estuviera mudando —soltó un pequeño suspiro mientras se frotaba el cuello con la palma de la mano—. Lo bueno fue que no había demasiado que hacer hoy por lo que pude venirme antes.

—Qué bien —dijo el pelirrojo esbozando una pequeña sonrisa—. Me imagino que llegarás a tomar una ducha, comer y a descansar.

—Exactamente, aunque no tengo nada para comer, así que creo que luego iré a la tienda a comprar algo de comida congelada y luego la calentaré. 

—Ya veo. 

El ascensor llegó a la parada antes de lo que a Kyle le hubiera gustado. Caminaron por el pasillo hasta llegar a las puertas de sus respectivos departamentos.

—Aquí es donde nos despedimos —dijo el de olivas a la vez que buscaba sus llaves en los bolsillos.

—Eso parece —respondió Kyle, abriendo la puerta de su casa—. O-oye... —soltó sin premeditarlo, girándose en 180° grados.

Ante el llamado de atención Tucker dejó lo que estaba haciendo para voltear y mirar al de cabellos rizados, acto que avergonzó al pecoso. Por su mente pasó la fugaz idea de invitarle a comer, sin embargo, comenzó a sentirse repentinamente cohibido por la propuesta que quería plantearle al azabache.

—¿Sí? —preguntó Craig, sacando a Kyle de su burbuja de pensamientos.

Qué va, ya había abierto la boca. No podía echarse para atrás ahora. Lo peor que podría pasar es que el contrario rechazara amablemente su invitación.

—¿T-te gustaría almorzar conmigo...?  —La voz de Kyle se fue apaciguando a medida que realizaba la pregunta. Su mirada se hallaba desviada producto de la vergüenza. 

Hubo un pequeño silencio en el que el de esmeraldas quiso enterrarse tres metros bajo tierra, arrepintiéndose de sus propias palabras. Mas justo cuando se iba a retractar de su propuesta el más alto habló: 

—Me encantaría.

Ante la respuesta del moreno, los latidos de Kyle se aceleraron. Y la pequeña pero encantadora sonrisa de su vecino no ayudaba para nada a calmar su nerviosismo. 

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⏰ Última actualización: Oct 07 ⏰

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¿Se puede volver a amar? ➳ CryleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora