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—¡Kyle, despierta! ¡¿Dónde está mi maldita camisa?!

El pelirrojo se despertó con los gritos de su novio. Casi no había podido pegar el ojo por la noche debido a que su mente no paraba de darle vueltas al asunto de su nuevo vecino y al cómo el destino los había vuelto a juntar pese a las mínimas posibilidades de que aquello ocurriera.

—¿De cual camisa hablas, Stan? —preguntó con la voz algo rasposa y la garganta reseca, mientras que abría los ojos con dificultad.

—De mi camisa azul —respondió con hastío, como si fuera lo más obvio del mundo.

Kyle se incorporó, sentándose en la cama. Observó al azabache, quien estaba de pie junto a la cama mirándolo con molestia, sin comprender el por qué de su escena.

—Debería estar doblada en el armario, cariño —atinó a responder, todavía con una mezcla de confusión en su tono.

—¡Pues no está!

Para entonces Stan ya estaba perdiendo la paciencia. Sin decir absolutamente nada, se dio la vuelta y se dirigió al armario, de donde comenzó a sacar todas las cosas que había en este, tirándolas al suelo con brusquedad.

—¡Stan! —le recriminó Kyle, saliendo de entre las sábanas y acercándose a su pareja para detenerle, agarrándolo por la muñeca con suavidad—. Puede que no la haya lavado, pero puedes ponerte otra. Las demás están todas limpias.

—¡Pero yo quería ponerme esa! —Se zafó del agarre con molestia.

—¿Por qué quieres tanto usar esa camisa? Es solo una camisa.

—Cállate —sentenció de repente, dejando al pelirrojo atónito.

—Pero-

—¡Que te calles! —Stan alzó la mano dispuesto a golpear a Kyle, mas se detuvo a mitad de camino, casi como si se hubiera arrepentido de hacerlo—. Como sea, por hoy me pondré otra, pero que esta sea la última vez, ¿entendiste?

—S-sí... —respondió como pudo.

Finalmente el azabache tomó la primera camisa que tenía al alcance y se marchó de la habitación dando un portazo. Kyle se quedó unos segundos sin moverse, aun en un estado de trance debido a la actitud del ojiazul. Regresó a la realidad tras recordar que debía preparar el desayuno, por lo que rápidamente recogió las prendas que estaban esparcidas por el suelo y las dejó sobre la cama; después se encargaría de doblarlas y guardarlas donde correspondían.

Tras ponerse las pantuflas se dirigió a la cocina y se dispuso a sacar las cosas para hacer la comida. Cogió unos huevos y algo de tocino para ponerlos a freír en el sartén. Mientras que los alimentos se cocinaban, preparó el café de Stan.

En  todo ese rato el pelinegro no había salido del baño, sin embargo, Kyle habría jurado que, cuando pasó por el pasillo, le escuchó hablar por teléfono con alguien en lo que se alistaba para ir a la oficina.

—¡Stan, el desayuno ya está servido!

El de esmeraldas solo recibió una "ajá" en respuesta. Dejó el plato y el tazón en la isla de la cocina para luego prepararse un bol de fruta con avena para él.

Se sentó en uno de los taburetes y se dispuso a comer perdiéndose en sus pensamientos, tanto así que casi no se percató de que Stan se había sentado en el asiento de al lado. Ambos comieron en sus respectivos desayunos en completo silencio. Kyle mirando su comida como si se tratase de lo más interesante del mundo, mientras que Stan no despegaba la vista de su celular. Por breves instantes pensó en decirle algo por comer con el teléfono en la mesa mas se arrepintió, recordando que Stan no estaba de humor como para eso.

—Ya me voy —anunció Stan, colocándose de pie para dirigirse a la entrada y coger su saco del perchero.

—Que te vaya bien —dijo Kyle en respuesta, dedicándole una pequeña sonrisa a su pareja.

El azabache no respondió y solo se dignó a tomar su maletín y salir por la puerta del departamento, sin siquiera voltear a ver a Kyle.

El de rizos soltó un profundo suspiro. Su relación cada vez se deterioraba más. Si bien había días buenos donde Stan estaba de buen humor, lo trataba bien y le otorgaba muestras de cariño, la cantidad de días malos eran los que predominaban durante el último tiempo, con un Stan frío y amargado, con un comportamiento hostil y hasta violento.

Durante las siguientes horas se dedicó a los quehaceres del hogar: lavar la loza, limpiar el baño, ordenar y aspirar la sala de estar y arreglar el desastre que Stan había dejado esa mañana en el dormitorio.

Una vez que terminó de doblar y guardar la última prenda en el armario se percató de que ya era pasado del mediodía. Como ya era hora de ir preparando la comida, se encaminó a la cocina para preparar algo de almuerzo. Lo bueno era que Stan no llegaba a casa a comer ya que ese día iría a un almuerzo con unos socios del trabajo. Esto aliviaba a Kyle, pues no tendría que apresurarse en tener algo listo a cierta hora ni preocuparse de preparar algo que fuera del agrado de su pareja. Al llegar a la cocina sus pies chocaron con algo. Bajó la mirada para encontrarse con las bolsas de basura que había acumulado tras ordenar y limpiar el departamento esa mañana.

«Mejor las voy a dejar ahora y después veo qué hago para la comida», pensó.

Con esa idea en mente, tomó las llaves del departamento, las cuales colgaban en un gancho en la pared, y después tomó las bolsas para salir del piso. Mientras caminaba por el pasillo, tenía una muy seria batalla interna entre si debía cocinar espagueti con albóndigas o puré de patatas. Se subió al ascensor y marcó la planta subterránea en donde se encontraba tanto el depósito de basura como el estacionamiento del edificio. Al final, se decidió por preparar espagueti, pues hace tiempo que no comía ese platillo y ya le apetecía sorber los fideos repletos de salsa de tomate. Soltó una pequeña risa al reflexionar sobre sus propias ideas infantiles. 

El sonido del elevador indicando que ya había llegado al piso seleccionado lo sacó del trance en el que se encontraba. Salió de este y se dirigió a la zona en la que se depositaba la basura para que los camiones recolectores las retiraran cada ciertos días a la semana. Tiró las bolsas en el depósito y se dirigió de regreso al ascensor tarareando una canción que había escuchado en la radio. Una vez frente a la puerta del elevador, levantó su mano para tocar el botón que solicitaba el ascensor, mas casi pega un brinco cuando sus dedos rozan con unos ajenos.

Sorprendido, quitó su mano con rapidez y volteó la cabeza para toparse con nada más ni nada menos que con su nuevo vecino.

—Nos encontramos una vez más, rojito.

El más alto le dedicó una sonrisa mientras apretaba el botón del elevador dejando a Kyle boquiabierto. No supo descifrar si se debió a la sorpresa de toparse con el azabache, por el apodo que este le puso, o si fue debido a que el de olivas se hallaba con su ropa de trabajo, la cual Kyle no podía negar que le quedaba bastante bien.

 No supo descifrar si se debió a la sorpresa de toparse con el azabache, por el apodo que este le puso, o si fue debido a que el de olivas se hallaba con su ropa de trabajo, la cual Kyle no podía negar que le quedaba bastante bien

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¡Hola, hola! Aquí vengo con un nuevo capítulo de este fic c: 

Lamento la demora (así como también lo cortito del cap) la vida ha estado difícil últimamente y no he tenido la motivación para escribir, peeero eso no significa que dejaré el fic ni mucho menos. Habrán actualizaciones, no obstante, estas pueden ser pronto o bien en periodos de tiempo más largos. 

Aun así, agradezco la paciencia y el apoyo que le brindan a esta historia. Gracias por leer y votar. ¡Se les quiere!

¿Se puede volver a amar? ➳ CryleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora