Capítulo 4

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Las gaviotas, el sol, la brisa marina, unos cuantos leones marinos que andaban por allí seguido de su coctel de frutas era algo sumamente delicioso y paradisíaco.

Las personas estaban hablando sobre el lugar al que arrivarían. El ferry se movía con lentitud, como para que las personas disfrutasen del viaje rumbo a uno de los lugares más ideales para liberar tensiones.

Doggie sonreía mientras cerraba los ojos y se acomodaba con pereza sobre la tumbona en la que se encontraba.

En aquel barco, Doggie no pudo evitar sentirse orgullosa de todo lo que Catnap había construido junto con Bubba y Kickin. Recordaba vagamente su infancia con cariño, como Kickin se metía en problemas y Bubba tenía que rescatarlo. Mientras que Catnap solo estaba allí, podría estar un sol incandescente pero Catnap dormía la mayor parte del tiempo. Mientras ella tenía la energía de una persona que recientemente se ha tomado varias monster.

Y Catnap la mayoría de las veces solo se quedaba allí con ella, admirándola. Nunca supo porque en vez de jugar videojuegos con los otros primos, Catnap se quedaba viéndola por períodos extensos, solo escuchándola hablar.

Ella hablaba hasta por los codos y el siempre la escuchaba. Es más, un día para ponerlo a prueba ella le pregunto que le había contado la semana pasada que había pasado en el instituto. Y el le dió con lujo de detalles todo lo que ella misma le había contado, incluso diciendo cosas con doble sentido que la hacían sonrojar.

Un día en que no había nadie en la mansión mas que ellos dos Catnap había hablado de que quería manejar su propio imperio de hoteles de lujo. Que tenía ideas maravillosas de hacer hoteles que a nadie se le hubiese ocurrido pensar. Si Doggie fuese una caricatura seguramente en ese momento hubiese tenido estrellas en los ojos.

Catnap, cuando se separo de ella en la universidad le dolió tanto como perder a tu mejor amigo de toda la vida.

Su mente recordaba como todo en ese tiempo era increíble. Al llegar a la universidad recuerda como Kickin también armaba líos mientras que Bubba tenía que ir a salvarlo de todas las tonterías en que este se metía. Era divertido.

Doggie se puso sus audífonos, aunque faltase poco para arribar.

—No es más que un club sórdido para gente a la que le va la marcha —habían gruñido Crafty, Rufus y Luck cuando a Cayo Holley lo habían descrito como «un lujo hedonista de primer orden» en la revista Viajes y Ocio—. Apuesto a que no hay más que orgías y gente corriendo desnuda por ahí. Es una vergüenza para D&G que Catnap se haya implicado en algo así.

Doggie jamás se había molestado en puntualizar que Cayo Holley no tenía nada en absoluto que ver con D&G, que Catnap había levantado el complejo de la nada y que se había buscado sus propios inversores. Que ella supiese, su amigo no había cogido ni un centavo de su considerable fondo fiduciario.

Este había hecho milagros con lo que tenía y de paso siendo reconocido por una revista importante. Pero, obviamente, ante tanto esplendor las cucarachas no faltan para demostrar su descontento por el éxito ajeno.

Odiaba eso de su padre, que cada cosa que dijera Luck o su hijo, el imbécil de Craft, eso era ley. Y nadie podría contradecirlo.

Los nervios y la anticipación le hacían bullir la sangre. Viajar hasta allí le había parecido una idea estupenda cuando Bobby se lo había sugerido unos días antes.

—Necesitas salir de aquí —le había dicho Bobby mientras examinaba los montones de regalos de boda que salpicaban el apartamento de Doggie una semana después del desastre de su boda.

—Ojalá —gimió Doggie pasándose los dedos por el pelo—. Pero tengo que devolver todos los regalos y escribirles notas de disculpa a todos los invitados. —La joven sondeó lo que por lo general era un saloncito impoluto. Mientras tomaba su cabello y lo recogía con un hermoso lazo color azul cielo.

Fiesta Privada -SleepyDay-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora