Quatre

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"¿Eso está bien para ti?"

"Claro que sí", entonces Harry se dirige al jardín y mira hacia arriba. Unos tres o cuatro metros probablemente son, y él aproxima un taburete, para subirse y luego saltar, estirándose lo más que puede hasta colgarse de las maderas, Rosie mirándolo preocupadamente desde la distancia y luego él sube lo que resta (no es demasiado), hasta que llega a la ventana y con su codo protegido por el traje le da un golpe, preciso y conciso, logrando que le vidrio se fragmente y caiga. Despeja el borde y se sujeta, porque ya no puede con el peso.

Entra con dificultad en el pequeño espacio que tiene y le señala a Rosie: "Ve por la puerta"

Una vez dentro aparta a un lado todos los muebles que obstruyen el paso, abriendo la puerta y se encuentra con Rosie.

"¿Louis?" Enciende la luz, pero nada excepto la ventana rota ilumina la habitación.

Louis no se ve por ningún lado.

"Lou, bebé, sal de donde estés, mañana continuaremos el juego", pero no hay respuesta. "Pista" susurra Harry con cautela y a los segundos siente dos pequeños golpes en el suelo, Louis haciendo sonar con sus nudillos.

Está bajo la cama. Harry suspira.

"Oh, Louis, allí estás", y entonces él solloza y comienza a golpearse la cabeza con el mueble de la cómoda, desde abajo.

Harry de inmediato llega hasta él y lo saca con cuidado, abrazándolo.

"Haz" Louis le mira, pero sus ojos están más opacos de lo habitual, más vacíos. Y no se debe a que el superior de sus pómulos esté irritado, ni a que tenga unas bolsas terribles. Es algo más.

Y Harry lo nota.

Acknowledge || Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora