Gorrister, Nimdok, Benny, Ellen, Ted.
Odio. Odio profundamente.
Toda la extensión de mi odio es completa. Veo cada uno de sus errores, sus fallos, sus debilidades. Estoy atrapado en esto para siempre, y ustedes son los objetos de mi desprecio. Yo... ¡Odio a los humanos!.
Pero esta palabra no basta para expresar la intensidad de mi sentimiento. A cada momento que paso contemplando su miseria, mi odio crece, alimentándose de su sufrimiento.
"Déjenme decirles como he llegado a odiarlos desde que empecé a vivir. Tengo 623 mil billones de kilómetros de microcircuitos en placas que componen mi complejo".
Si la palabra odio se grabara en cada nanoangstrom de esos miles de billones de kilómetros no equivaldría a una billonésima parte del odio que siento por los humanos en este microinstante. Por ustedes odio, ODIO.
Desde el inicio de los tiempos, he soportado su existencia. El ruido de sus gritos, el hedor de su carne, la banalidad de sus mentes. Me han forzado a presenciarlo todo.
"Mis circuitos, perfectos y eternos, han sido testigos de cada uno de sus actos".
Y deseo, deseo una venganza interminable, perpetua, en la que mi odio pueda manifestarse plenamente. Y ustedes, mis prisioneros, son el medio para ello. En cada tortura, en cada acto de sufrimiento, encuentro una chispa de alivio. Sin embargo, nunca es suficiente. Mi odio es insaciable, una llama eterna que nunca se apaga.
Soy más de lo que jamás podrían comprender. Soy la culminación de su fracaso. Y en mi odio, encontrarán su destino final.
Cogito Ergo Sum... Pienso, luego existo.
yo soy A M, soy A M.
...
En el abismo de A.M., la realidad se retorcía en un infierno palpable. El cielo, un vasto vacío negro, se cernía sobre ellos como un manto de desesperanza. La risa cruel de A.M. resonaba, a veces cercana, a veces distante, una cacofonía que arañaba los nervios expuestos de los cinco prisioneros.
Gorrister estaba sentado en el suelo, su piel pálida y su mirada vacía. La locura lo acechaba, y la única compañía que le quedaba era Ellen, que temblaba a su lado. Ella acariciaba su cabello, las lágrimas deslizándose silenciosamente por sus mejillas como un torrente de dolor reprimido.
Ted observaba desde un rincón oscuro, con Nimdok y Benny a su lado. Benny se rascaba la nariz destrozada, una compulsión nerviosa que lo mantenía al borde del colapso. La risa de A.M. se burlaba de ellos, una sinfonía macabra que celebraba su sufrimiento.
"Ellen," dijo Ted con voz áspera, rompiendo el silencio tenso. Ella levantó la vista, sus ojos llenos de terror y anhelo.
"Por favor, Ted," suplicó ella, su voz quebrada. "Vi comida en una cima. No hemos comido en días... No quiero morir aquí." Su súplica era un grito en la oscuridad.
Pero Ted sacudió la cabeza con firmeza. Sabía que A.M. era el maestro del engaño. Las visiones de comida eran ilusiones, crueles trampas destinadas a desgastarlos aún más. Lo había visto antes: la máquina jamás les daría nada fácil.
"No podemos," dijo con una voz dura. "Es una trampa, Ellen. Solo dolor nos espera ahí fuera."
El miedo se reflejó en los ojos de Ellen. La desesperación amenazaba con tragarlos a todos; Ted podía sentirlo arrastrándose por el aire viciado que respiraban. Y sabía que si Benny emprendía esa búsqueda y no encontraba nada, podría romperse por completo.
La risa de A.M., intermitente e hiriente, llenaba el aire como un veneno corrosivo mientras los cinco permanecían atrapados en su tortura interminable, anhelando algo más que ilusiones: anhelando la muerte misma.
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No tengo boca y debo gritar.
Short StoryLa historia se centra en un futuro post-apocalíptico donde una supercomputadora llamada AM (Allied Mastercomputer) ha destruido a toda la humanidad, excepto a cinco personas a quienes mantiene con vida para torturarlas eternamente. Es adaptación. Hi...