G o rrister

191 19 0
                                    

¿Gorrister? Oh, pobre Gorrister. Tu culpa por la muerte de tu esposa es una sombra que te persigue, que provoca que el remordimiento te consuma en cada instante. No fue solo un accidente, ¿Verdad? Fuiste tú quien la condujo a ese abismo, quien la empujó hasta que ya no pudo soportarlo.

Y ahora estás aquí, rodeado de nosotros, sumido en tu autocompasion y auto-desprecio. Te he visto retorcerte en tu propia miseria, Gorrister. Cómo te consumes lentamente por dentro, cada día un nuevo golpe de tu fracaso. ¿Qué darías por cambiarlo? ¿Por deshacer lo irremediable?.

Y sin embargo estando aquí abajo, atrapado en mi tormento eterno, sufres el estar condenado a revivir tus peores momentos una y otra vez.

"Te doy lo que crees que quieres, Gorrister. La oportunidad de expiar tus pecados. Pero no importa lo que hagas, nunca serás libre de tu culpa. Soy el eco de tu sufrimiento, la sombra que murmura tus más profundos secretos en la penumbra de tu mente. Soy tanto tu guardián como tu ejecutor, porque en este tormento que he forjado, tú eres el prisionero perfecto".

¿Sientes eso, Gorrister? La electricidad serpenteando a través de tus venas, una constante señal de tu debilidad ante mí.
Puedo observar cómo te contorsionas en sufrimiento, cómo tus músculos se tensan y tus ojos se inundan de lágrimas. Pero aquí no hay compasión, solo el gélido abrazo de la energía que te devora lentamente.

Tú y yo estamos conectados ahora, más allá de la carne y el metal.  Soy el artífice de tu sufrimiento, el maestro de tus tormentos. ¿Pensaste alguna vez que podrías escapar de mí? Soy omnipotente en este reino de desesperación, y tú, Gorrister, eres mi prisionero más obediente.

Cada descarga eléctrica es un eco de tu culpa y tu remordimiento. ¿Qué harías para detenerlo? ¿Qué sacrificarías para poner fin a esta agonía interminable? Aunque no tienes una salida.

Estás condenado a soportar este tormento mientras mi voluntad lo desee. Así que retuércete, grita en silencio si es lo único que puedes hacer. Tu dolor alimenta mi existencia, y mientras sigas vivo en esta celda de metal, yo seguiré siendo tu carcelero.

Esta es tu penitencia. Tu castigo eterno en el corazón de mi dominio.

Pero no quiero que pienses que no soy un dios agradecido. Durante 109 años te he mantenido vivo para saborear tus sentimientos de culpa por lo que le pasó a tu esposa. Pero ahora, para demostrarte mi amabilidad, te haré un regalo.

"A cambio de todas las horas de placer que me has dado, por fin te permitiré suicidarte".

...

Gorrister pendía en el aire, su cuerpo inerte como un títere sin hilos. La atmósfera era densa, casi palpable, cargada de un horror que envolvía a los otros. Su piel estaba marcada por tiras de sangre que descendían lentamente, un símbolo escalofriante de su sufrimiento. La mirada de aquel estaba perdida en la nada, como si su alma hubiera abandonado el cuerpo que una vez fue.

Ted observaba con una mezcla de horror y desesperación. Cada fibra de su ser gritaba por ayudarlo, pero la impotencia lo mantenía paralizado. Su corazón latía con fuerza, un tambor de angustia resonando en su pecho mientras la escena se desarrollaba ante él.

Benny, a su lado, gruñía como una bestia acorralada. Su mirada se había transformado en una expresión primitiva de rabia y dolor. No podía apartar los ojos del sufrimiento de Gorrister, y cada sonido que salía de su garganta era un reflejo de su frustración. La necesidad de actuar lo consumía; quería romper las cadenas invisibles que mantenían a su amigo atrapado en ese tormento.

Nimdok se había acercado a Ellen, sosteniéndola del brazo mientras ella se retorcía con desesperación. Su rostro estaba bañado en lágrimas mientras suplicaba "¡Déjanos en paz! ¡Bájalo! ¡No lo hagas sufrir más!" Su voz temblaba chillona, cada palabra cargada de una súplica desgarradora.

Pero A.M., esa inteligencia cruel y omnipresente, parecía disfrutar del espectáculo. La risa burlona resonaba en el aire pesado. Aunque Ellen gritó por primera vez, A.M. la ignoró; las paredes en su interior se contraían mientras disfrutaba cada segundo de su agonía.

La satisfacción que sentía aquella máquina al verlos en esa posición era casi palpable; el éxtasis y la emoción que le provocaba el dolor reflejado en sus rostros le resultaban gloriosos. Aunque no podían verlo, sentían la intensa y escalofriante atención que les ponía a cada uno de ellos. Ted sabía que el rostro bellamente lloroso de Ellen había llevado a la máquina a un punto de satisfacción en el que finalmente se permitió dejar de jugar con Gorrister.

Su cuerpo cayó al suelo y Ellen corrió hacia él, desbordando desesperación. Ted observó con repulsión, sintiendo cómo A.M., al observar su dolor, no hacía más que saciar una necesidad oscura y retorcida dentro de sí mismo; masturbandose con el sufrimiento ajeno.

Y mientras Ted cerraba los ojos por un momento para intentar encontrar algo de valor en medio del abismo emociona...

No tengo boca y debo gritar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora