Delicada flor hermosa,
me hiciste sentir mariposas
con tu manera de ser bondadosa
y tu alegría contagiosa.Me hubiera gustado darte una rosa,
pero en ese tiempo, mi adorada diosa,
¿cómo hubiera sabido que tu belleza
no la volvería a ver jamás?Y heme aquí, querida,
escribiendo para recordar
tu dulce y amable personalidad.
Tristemente, ya no sé dónde estás.Y dondequiera que estés, mi vida,
por el amor que te tengo, he de jurar
que en algún momento de mi existencia
nos volveremos a reencontrar.Y cuando eso ocurra, amada mía,
sin miedo ni pena, te he de besar,
y probablemente un golpe me vayas a propinar,
pero no me importará porque aún te amo, Vamila.