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Fase 3:

"Lo siento''

Aquino intentaba huir, sus piernas cansadas y agotadas mientras, entre sus piernas sangraba. Se sentía increíblemente mal ante la perdida descomunal de sangre. Como había extrañado tanto escapar de ese lugar, y ahora que lo estaba, no sabía que hacer.

¿Qué hacía cuando estaba libre?

Hasta esa palabra era tan extraña para él.

Se detiene en medio del parque, esa noche era tan fría, quizás era así pero ya no recordaba. Finalmente, se deja ceder por el cansancio en la banca y mira hacia el cielo estrellado. Le hubiera gustado tanto disfrutar cada segundo con su familia, como hubiera anhelado sentir los brazos de su pequeña hermana abrazando mientras le dice que es el mejor hermano.

Ve sus manos, manchadas de sangre, no importaba ahora, había logrado escapar.

Un pequeño suspiro escapa de sus labios, sus ojos se cierran despacio, una sombra a lo lejos se acerca a él hasta tomar forma. Sonríe.

Era Estailus.

Y la vida escapa de entre sus labios.

Y la vida escapa de entre sus labios

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"Te es infiel"

"Pobre chico, su esposo es tan zorra"

¡Qué mierda te pasa! —Grita Natalan empujando a Lucasta lejos de él. Natalan había estado arrinconado contra la mesa, sintiéndose presionado.

"Natalan es una zorra, se vende a cualquiera"

—¿Qué mierda me pasa a mí? ¡Qué te pasa a ti es la verdadera pregunta! —Lucasta eleva su voz, buscando mostrar frialdad y distancia con su esposo quien parecía a nada de tirarle el jarrón.

Natalan ríe sin gracia. —¡A mí no me está pasando ni un carajo! ¡Tú te estas portando como un enfermo!

—No es así, todos los vecinos están repitiendo lo mismo Natalan, cada maldito vecino repite lo infiel que estás siendo.

Natalan frunce el entrecejo, su voz se mantiene con molestia. Parecía asustado. —¡Nadie ha dicho nada sobre mí, Lucasta!

—Mientes.

Natalan lo empuja lejos de él, e intenta caminar lejos, ignorando el tema. Lucasta lo agarra de la muñeca atrayendo su atención. Natalan intenta soltarse. En algún punto, Lucasta logra poner a Natalan contra la encimera de la cocina arrinconándolo para que no escapara de él, el tuerto logra abalanzarse junto con una olla que estaba quemando para presionarlo contra el rostro de su esposo para poco después correr escaleras arriba escapando del monstruo ante él. El de lentes se queja molesto buscando de algún modo calmar la quemadura de su piel, pero poco después eso deja de importarle y sigue escaleras arriba a Natalan, resonando sus pasos por toda la casa y la madera crujiendo debajo de su pie.

—No puedes huir por siempre de mí, Natalan. —Responde Lucasta entre risas quejumbrosas y una voz rota, como si los años le hubieran hecho daño aunque sigue siendo joven.

El tuerto había puesto seguro a la puerta del baño. Eso había enfurecido a Lucasta quien comenzó a golpear la puerta una manera de abrirla. Sin éxito. Vuelve a golpear la puerta en repetidas ocasiones hasta ocasionar que esta cruja bajo los golpes proporcionados.

—Vamos Natalan, no hagamos esto de nuevo. —Otro golpe. —Por favor, Natalan, hablemos.

Natalan tapa su boca con sus manos buscando guardar el llanto que quería escapar de sus labios, incluso con la sangre escurriendo de sus brazos por las heridas abiertas buscaba que ese loco no pasara la puerta.

—¡Puta madre, abre la jodida puerta, perra! —Lucasta vuelve a golpear con más fuerza la puerta logrando un gran rasguño en la madera. —Te sacaré de ahí a la fuerza.

Escucha pasos alejarse, por un minuto suspira de alivio pero dura poco, la puerta ahora es golpeada con más insistencia con un martillo, Natalan retrocede.

—Se acabó, Natalan.

Y eso lo único que sabe que pasó después del golpe del martillo contra su cráneo.

•••

Lucasta siempre amó a Natalan.

Desde el día que lo vio quedó flechado, ese único ojo celeste parecía relucir más que el propio cielo. Tuerto porque la tortura de su padre para quitar una enfermedad que era inexistente. Aún así, Lucasta lo ama más que nada, e incluso, arriesgar la propia libertad de Natalan para que esté jamás escapara de sus brazos.

Hace dos semanas habían atrapado a Estailus quien había quedado con cadena perpetua sin libertad condicional por el asesinato y violencia doméstica hacia su cónyuge, donde también encontraron el cuerpo putrefacto de un infante. Quizás, Estailus estaba un poco safado de la cabeza.

Jamás Lucasta sospechó de él.

Lucasta pasea hacia la cocina donde su esposo preparaba una merienda par ellos dos, la carne olía espectacular cuando Natalan preparaba. Lucasta rodea sus manos por la cintura de su esposo besando su mejilla y hombro, causando así la risa de su amado marido.

Lucasta –Llamó Natalan divertido.

Lucasta carcajea dejando otro corto beso en su cuello.–¿Qué pasa?

Natalan no responde y solo sigue con su comida, Lucasta entonces deja escapar un pequeño suspiro sabiendo que su amado esposo necesitaba terminar la comida.

Lucasta deja otro beso en la mejilla de su esposo. —No te tarde. —Y después se aleja.

El sonido de la radio reproduciendo una canción bastante vieja deja que el ambiente se torne un poco sombrío pero lleno de amor y aprecio entre ambas partes. Y Lucasta amaba demasiado a Natalan que no importaba las imperfecciones de su esposo.

No importaba si caía su carne putrefacta contra el suelo.

No importaba si la sangre escurría de su cabeza como cascada por el golpe de hace días.

No importaba si sus intestinos caían como hilos contra el suelo.

No importaba si la carne que freía era de las manos de Natalan.

Porque Lucasta amaba de todas maneras a Natalan y jamás podrían separarlos.

The End.

Inspiracion: Chico rosa. No es una adaptación, solo me agradó esa historia y decidí tomar ciertas referencias para la continuidad de esta trama.

Dream [Natalan y Lucasta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora