⁰²

208 18 8
                                    

Fase 2:

No se puede detener las voces que se propagan por su ya trastornada mente. Hay una posibilidad alta de que las cosas vayan de mal a peor para la víctima que convive con el paciente.

–Aquino. –Canturrea Estailus paseando por el ático, los nudillos de su mano llena de sangre caen. El labio inferior ligeramente sangrante por el pedazo perdido gracias al inocente que buscaba refugiarse. –Cada vez que te alejas, siento que no recuerdas lo que hemos pasado juntos. –Estailus patea una caja llena de muñequitos de cera. –No puedes abandonarme ahora.

Aquino con temor se aferra a sus piernas intentando ocultar su rostro entre ellas para ahogar los quejidos del llanto ahora inexistente. El hipido de vez en cuando lo iba a delatar. Una caja cae y eso ocasiona que se arrincone más en una esquina.

Estailus quita las telas de encima de los cartones, iba a llamar otra vez cuando el timbre suena, Aquino espera hasta que los pasos comienzan a sonar por las escaleras y poco después la puerta del ático anunciando su retirada. El de ojos miel suspira, las piedras comienzan a ser lanzadas contra la ventana. Eso le espanta, a pasos frágiles comienza a caminar hacia la ventana derecha donde torpemente limpia los rastros de polvo y telarañas; Roier estaba ahí abajo, sosteniendo a una pequeña niña entre sus brazos. Aquino abre sus ojos con una expresión angustiada y desesperada, con su codo rompe la ventana teniendo cuidado de que no se clavara ningún vidrio sobre él.

Roier hace un señal de silencio. Leyendo torpe los labios, Aquino logra entender.

Los amigos de Roier están entreteniendo a Estailus.

–¡Hermanito! –Llama Mictia, susurrando la niña entre los brazos de su tío. Quien de vez en cuando realizaba pequeños 'Shh' para que Estailus no escuchara.

Aquino sonríe.

Aquino saluda, teniendo cuidado de su fractura de hace dos semanas, que no se hiciera notar. Roier lo nota extraño. –¿Aquino?

El de ojos miel comienza a llorar otra vez ¿Por qué no hablaba?

El de ojos miel regresa su vista al interior del ático, busca algo que le ayude. Torpe y descuidado toma el lápiz viejo junto con un cuaderno que una vez ocupo en su adolescencia de entre los maletines que una vez él trajo para vivir con él.

Apresurado escribe, algunas palabras salen chuecas y descuidadas, otras con sangre goteando entre espacios soltando quejidos de dolor por la presión ejercida. Para sí mismo se alienta, arma con idiotez un avioncito como le hacía a Mictia y vuelve a la ventana donde tira ese avión, ruega que caiga en manos de su hermana y asi lo hace.

Mictia le pasa a Roier el avioncito, diciendo que lo sentía asqueroso con ese líquido escapando. Roier, teniendo cuidado que no caiga Mictia de entre sus brazos abre el papel.

“No puedo hablar Roier. Ya no. No vuelvas, te lo ruego."

Roier levanta la vista pero Aquino ya había desaparecido. Después la señal de parte de sus amigos, y Roier tuvo que emprender una carrera contra el tiempo para que Estailus no lo viera y Mictia no empezará hacer preguntas.

Que imbécil.

Que imbécil

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dream [Natalan y Lucasta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora