Cartas

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Llegó el día en que las dichosas cartas serían repartidas. Nikki se sentía especialmente ansiosa por saber quiénes le habían dedicado una carta. No es por alardear, pero ella guardaba un carisma nato en sí misma; la gran mayoría de los campistas la querían, así que no era difícil imaginar la cantidad de cartas que recibiría. Por el contrario, Max y Neil no sentían lo mismo; a ambos les resultaba indiferente recibir cartas o no. Sea como sea, David comenzó a anunciar los nombres que venían escritos en cada sobre cerrado. Había personas que recibían una o muchas más, y bueno, la teoría de Nikki no se equivocaba. La chica de cabellos verdes rebeldes había recibido demasiadas cartas, lo que la hacía sentirse orgullosa de sí misma.

—Nikki estaba en lo cierto, le llovería una tormenta de cartas —te sentías bien por tu amiga. ¿Quién no la querría? Eso sería imposible.

David continuó. El próximo sobre que sacó iba dirigido a Max. Él mismo se sintió orgulloso de su hijo, sin embargo, su cachorro no estaba por ningún lado de la estancia de la cafetería.

—Iré por él —le sugeriste al pelirrojo. Y una vez que estuvo de acuerdo, partiste en busca de Max. 

Estar en el exterior era mucho mejor que estar ahí adentro. Se sentía una presión constante gracias a cada mirada que se posaba sobre ti, analizando cuántas cartas llevabas acumuladas o no. Ya estabas a pocos pasos de tu cabaña.

—Max —lo llamaste antes de abrir la puerta. Él se encontraba encima de la litera, leyendo el libro azul con tal tranquilidad que casi no parecía ser el mismo Max el que leía. Habías descubierto una pasión oculta de Max: leer.

—¿Sabes que te están llamando para que abras tus sobres? —cruzaste los brazos. Max apenas se inmutó al saberlo.

—Nah, eso puede esperar —respondió con una voz tranquila y algo monótona. Se notaba su 'enorme' interés por saber la cantidad de cartas que había recibido. 

Te acercaste un poco más, tratando de captar su atención.—David está preocupado. Todos están esperando que vayas —insististe, esperando alguna reacción.

Max levantó la vista del libro y te miró con esos ojos verdes que parecían ver a través de ti.

—¿Y qué? No es como si las cartas fueran a desaparecer. Además, la mayoría de ellas seguramente son de cortesía o de personas que apenas conozco —respondió con una sonrisa irónica.

Suspiraste, sabiendo que convencerlo no sería fácil.—Mira, sé que no te importa mucho esto, pero tal vez deberías intentarlo. Nunca sabes, podrías recibir algo interesante —dijiste, tratando de apelar a su curiosidad. Max te observó por un momento, sopesando tus palabras. Finalmente, cerró el libro con un suave golpe y se deslizó de la litera.

—Está bien, iré. Pero solo porque no quiero que David se preocupe —dijo, pasando a tu lado con una sonrisa resignada.

Juntos, caminaron  de regreso a la cafetería, donde el bullicio y las risas llenaban el aire. Cuando Max entró, varias cabezas se volvieron hacia él, y una ligera sonrisa se formó en los labios de David al verlo.

—¡Ah, aquí estás! Toma, estas son para ti —dijo David, entregándole el sobre con las cartas con una enorme sonrisa.

Max miró los sobres con indiferencia y comenzó a abrir el primero, mientras tú te quedabas a su lado, observando. La curiosidad te carcomía, queriendo saber qué decían esas cartas y cómo reaccionaría. Mientras Max leía en silencio, te diste cuenta de que, a pesar de su aparente desinterés, algo en sus ojos había cambiado. Había una chispa de sorpresa y quizá, solo quizá, un atisbo de emoción. Quizás, después de todo, estas cartas contenían más de lo que cualquiera de hubiera esperado.

❁۪͙࣪࣪۫⃑•˖𝑻𝒖 𝒆𝒏 𝑪𝒂𝒎𝒑 𝑪𝒂𝒎𝒑.ೃ⸙༉ || ᴺᴱᵂ ᴬᵁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora