uno: mujer en la playa

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Una joven y bella mujer, acompañada de una señora llegaron con unas cuantas maletas a una pequeña casa cerca del mar.
Cansadas por el viaje ambas se sentaron en uno de los sillones que estaban ahí.

─ quién iba a decir que mi papá tenía está casita ─mencionó la pelirroja─ Nana, ¿Tú sabes porque nunca me habló de ella? Solo la colocó en una de las cartas que me dejó.

─ y-yo no sé nada niña ─contestó mirando a otro lado.

La contraria se levantó viendo hacia la ventana, sintiendo la brisa mover su melena ─ me encanta la vista.

─ Valentina, ¿crees que fue buena idea venir aquí? ─preguntó la señora Francisca.

─ claro que sí. Las cosas en San José no estaban del todo bien y necesitó empezar a ganar más dinero.
Mañana mismo comienzo a buscar trabajo en alguna hacienda de por aquí.

─ ay mi niña, esos trabajos en el rancho son muy peligrosos.

─ pero sabes que yo siempre he trabajado ahí. Ese es mi fuerte, así que no está a tema de discusión ─se acercó a la mayor poniendo uno de sus brazos sobre sus hombros.

─ está bien.. pero cuídate mucho Valentina, por favor.. ─la contraria asintió con una sonrisa.

─ las dos vamos a estar muy felices aquí, ya verás.

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. . .

Estaba por atardecer, después de haber desempacado y de comer lo que la Nana Francisca había cocinado con lo que traían de comida para estos días, Valentina no tenía nada que hacer. Así que observó las olas del mar las cuales se encontraban tranquilas y pensó que era una ocasión perfecta para meterse al mar.
Se puso su traje de baño y fue corriendo hacia el agua.

Estar en el mar era de las cosas que más amaba en el mundo, se sentía fresca y nuevamente viva.


Pov: Alejandro Almonte

Iba saliendo de su hacienda con notable enojo, pues otra vez había tenido una pelea con su ahora esposa Monserrat Mendoza.
Quién había empezado a querer hasta que descubrió que su madre y ella habían planeado casarla con él para sacarlos de sus problemas económicos y que Monserrat nunca estuvo enamorada de él.
Estaba ardiendo en furia así que decidió salir a tomar algo de aire y así evitar hacer algo de lo que luego podría arrepentirse.

En su camino pudo divisar el atardecer en la playa, pensó que estar en el mar lo ayudaría a tranquilizarse así que caminó allá.
Al llegar pudo sentir una pequeña brisa provocada por las olas.

Su atención fue totalmente captada al observar una mujer que estaba nadando y jugando en las olas.
Su cabello naranjoso que a pesar de estar mojado podía notarse que era algo ondulado y con la luz del sol parecía que esté le había dado un cachito de su luz, mientras que su rostro aparentaba ser el de un verdadero ángel debido a sus lindas y marcadas facciones como sus ojos brillantes que la hacían lucir aún más linda, por último su cuerpo parecía esculpido con las medidas perfectas, especialmente su espalda que a simple vista podía notar lo tersa y suave que era aún sin siquiera haberla tocado, además está estaba adornada con algunos lunares y pecas que estaba seguro que se los había regalado las estrellas ya que parecían constelaciones en el cielo.
Definitivamente el sol la había mirado, pues irradiaba luz.

Él la miraba totalmente encantado y sin darse cuenta una sonrisa se había formado en sus labios. La chica se dió cuenta de su presencia cuando una ola estaba por mojar su cara, para evitarlo volteó y ahí fue dónde lo vió.


Pov: Valentina Rivera

Divisó un hombre de piel canela, con cabello rubio que para ella su forma se parecía a las olas del mar, tenía hombros anchos y sus cejas hacían que sus ojos verdes se viera aún más atractivos.
Su mirada denotaba asombro, pero no sabía porque ya que nunca se habían visto, si no ella podía decir con seguridad que lo recordaría.

La chica fue saliendo del agua mientras acomodaba su melena rojiza, con una pequeña sonrisa para parecer agradable.

Estando ya frente a frente se quedaron mirando unos segundos con una mirada calida, como si no necesitaran palabras.

─ el agua del mar está muy rica, ¿No vas a meterte? ─preguntó la mujer escurriendo su cabello.

─ no traigo traje de baño.

─ pero traes short. Anda anímate.

─ ¿Las olas no están bravas? ─la contraria negó.

─ no te vas a arrepentir.

Aunque lo pensó un poco, terminó aceptando y corrió hacia el mar como si de un niño pequeño se tratara.

Aunque lo pensó un poco, terminó aceptando y corrió hacia el mar como si de un niño pequeño se tratara

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Había pasado ya un rato y el rubio llegó algo cansado a tirarse en la arena, bajó la atenta mirada de la fémina quién tenía una sonrisa.

─ tenía mucho tiempo que no nadaba en el mar ─habló el hombre reincorporandose.

─ te dije que no te arrepentirias.

─ ¿Cómo te llamas?

─ Valentina, ¿Y tú?

─ Alejandro, no eres de por aquí, ¿verdad?

─ no, apenas acabo de llegar de San José.
Vengo buscando mejores oportunidades de trabajo.

─ mm.. ¿y de qué buscas trabajar?

─ soy buena en el campo, espero que me den trabajo de capataza.

─ ¿Capataz? ─ella asintió.

─ ese cargo también lo puede llevar una mujer ─él sonrió y asintió.

─ espero que logres encontrar trabajo.

La mujer se levantó sacudiéndose la arena que había en su cuerpo ─ nos vemos!

─ espero que sea pronto.. ─susurró viéndola irse.

Dentro de sí mismo Alejandro rezaba porque se volvieran a ver.

C O N T I N U A R Á































































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@dohnutv

❝𝐓𝐞𝐧𝐠𝐨 𝐓𝐨𝐝𝐨 𝐄𝐱𝐜𝐞𝐩𝐭𝐨 𝐚 𝐓𝐢❞ ─ 𝐀𝐥𝐞𝐣𝐚𝐧𝐝𝐫𝐨 𝐀𝐥𝐦𝐨𝐧𝐭𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora