• Quédate conmigo •

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Mori Ougai, el jefe de la Port Mafia, había enviado a su persona de confianza para ayudar a un hombre en el cuidado de un joven descuidado... La criatura tiene 21 años.

All for One, un villano en toda regla, pidió la ayuda de Mori, con la promesa de que el jefe de la mafia obtendría considerables beneficios a cambio de su apoyo. Con esto en mente, una joven de cabello corto hasta los hombros se instaló en el consultorio privado que su jefe le había asignado. Yosano esperó la llegada de los clientes de los que le habían hablado.

Al principio, se había negado a la petición; no quería atender a un par de desconocidos, pero como era de esperarse, Ougai la convenció para que brindara sus servicios. Más específicamente: la amenazó con dañar a la Agencia de Detectives si no seguía sus órdenes

Soltó un suspiro, hundiendo su rostro en sus manos, hasta que el sonido de la puerta la hizo acomodarse mejor. -Pase -dijo, con la mirada fija en la puerta.

Un hombre delgado entró en la habitación, su piel pálida como la muerte, teñida de amarillo y arrugada alrededor de los ojos. Sus labios estaban agrietados y desiguales, con un pequeño lunar a la derecha debajo de ellos, y cicatrices visibles en su ojo derecho y bajo su labio. Su cabello, desordenado y de color azul grisáceo, caía en mechones de diferentes longitudes, los más largos llegando hasta sus hombros y colgando sobre su rostro en ondas irregulares. Sus ojos tenían un iris de color rojo brillante.

Yosano se levantó de su lugar y se situó frente al hombre.

-Mi nombre es Yosano Akiko, un gusto conocerlo. Creo que ya está enterado de que será su doctora personal por un tiempo -dijo con una cálida sonrisa antes de dirigirse a su escritorio, esperando que el hombre de cabello azul grisáceo tomara asiento.

El hombre tomó asiento, sintiéndose extrañamente incómodo ante la amabilidad y belleza de su doctora.

-Bien, ¿podrías decirme tu nombre? -preguntó, tomando una pluma para empezar a escribir en su libreta.

-Tomura Shigaraki -respondió con voz rasposa y baja.

-¿Edad?

-21 años.

-¿Alguna alergia?

-Hmmm... Creo que no.

-¿Haces actividad física?

Shigaraki desvió la mirada, registrando las veces que hacía ejercicio.

-Hace un año no hacía nada, pero actualmente sí hago.

- ¿Cuál es tu peso y estatura?

-175 cm y peso... la verdad no lo sé con exactitud, podríamos decir que entre 60 y 70 kg.

-¿Alguna fractura?

-Por el momento no.

Yosano dejó a un lado la pluma y el cuaderno.

-Bueno, creo que con eso es suficiente... -murmuró, levantándose de su asiento para caminar hacia la camilla-. ¿Podrías tomar asiento?

Con algo de nerviosismo, Shigaraki se levantó y se dirigió a la camilla para sentarse. Ya sentado, comenzó a rascarse ligeramente el cuello. Akiko observó su reacción y, con delicadeza, giró la cabeza de Tomura a un lado, apartó su mano y empezó a tocar suavemente su cuello con una de sus manos enguantadas.

La sensación era incómoda, pero la forma en que pasaba sus dedos enguantados con tanta delicadeza lo hizo relajarse un poco, disminuyendo la incomodidad inicial. No pasó mucho tiempo antes de que Yosano se apartara.

- ¿Te rascas el cuello y los ojos con frecuencia? -preguntó, sosteniendo su mentón para girar su cabeza y comenzando a tocar con cuidado la piel arrugada alrededor de sus ojos.

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