Mirar hacia atrás

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2 de febrero, 2024

Carlos se encontraba con un vaso de whiskey, su celular y la amarga soledad de esa habitación oscura que solía compartir con su esposo, pero hasta este punto del partido ya no sabía si llamarlo su esposo o si este cuarto aún era de los dos.
Lo único que iluminaba esa soledad era la pantalla de su teléfono en el cual se mostraba a través de él las conversaciones más dulces, amorosas, llenas de deseo y pasión que no era dirigido hacia él. Esas conversaciones eran el reflejo de lo que alguna vez Charles le dijo en el pasado -y que nunca volverá a pasar- pero ahora iban a alguien a quien menos lo esperaría: Lewis Hamilton, el compañero y al parecer amante de Leclerc.

Nunca se había sentido tan destrozado en su vida y eso lo reflejaba en cada refill de su costosa botella que quemaba su garganta, ahogaba sus penas en lo más profundo para no llorar en el proceso de digerir que quien juro amarte hasta la muerte y estar para ti en la buenas y en las malas ahora sea el responsable de tu malestar.

Eran altas horas de la madrugada, los minutos pasaron tan lentamente mientras seguía bajando entre los mensajes intercambiados por la "nueva" pareja de hombres, el alcohol ya se estaba acabando y cumpliendo su objetivo: sedar a Carlos juntos a sus penas ahogadas.

El español se queda dormido en esa cama king size en la cual compartió sus sentimientos más intensos, esos mismo quedando en el pasado. Ahora solo se encontraba la soledad y el inminente olor del perfume de Charles que este mismo probablemente se encontraba en una de esas citas que terminaban en lo más allá, en lo que Carlos teme imaginar.

...

Tres años atrás

Carlos se encontraba ya despierto, portaba un albornoz que le habían obsequiado como regalo de bodas. Estaba felizmente casado desde hace un mes.

Mientras estaba recogiendo el desastre de la habitación compartida de la noche anterior, la luz del amanecer iluminaba una parte de Charles que se encontraba en un sueño profundo, el sol limitándose a apuntar hacia la mano del antes mencionado, reflejando el lindo mineral que estaba hecho el anillo de bodas. La escena conmueve al español, dejando su acción de hacer parecer la habitación menos desordenada y unirse a su marido. Solo basto en abrazar a quien estaba durmiendo para sentir que tocaba el cielo.

Buenos días señor extravagante habló el español al notar que estaba despierta la persona que amaba.

Ven... duerme un rato más, luego hacemos algo más tarde— Charles solo muestra somnolencia, esquivando el saludo.

El monegasco tira ligeramente del brazo fornido de Carlos, provocando que este caiga encima de él; causando risas en el proceso y los quejidos de Charles ante en repentino peso que cayó sobre él.

Carlooos eres demasiado pesado, muévete— Reclama el chico de nacionalidad extravagante con cierta molestia pero diversión en su tono.

De fondo seguían esas divertidas risas de parte de ambos. Luego de pocos minutos en la incómoda posición Carlos se digna de retirar su gran cuerpo del pobre Leclerc, en el proceso revelando un poco de su pecho gracias a su suave albornoz.
La mirada divertida Charles paso a una atrevida, siendo descarado al devorar al moreno con un silencio que hablaba por sí solo.
Carlos al notar toda esta situación se vio tentado a caer en la profundidad de sus deseos -por decirlo de una forma romántica-, pero como dirían por ahí "una mirada vale más que mil palabras", siguiendo con esa filosofía el madrileño deja caer su manto, y con la ayuda de su pareja ir retirando ese pedazo de tela que se interponía entre el choque de pieles ajenas.

El ambiente sofocante y seductor estaba siendo el protagonista de toda esta escena, cobrándose en el camino suspiros y respiraciones agitadas, movimientos más allá de lo acostumbrado. Una mezcla que a la pareja de casados los volvían locos en cuestión de segundos, sin necesidad de explicar o hablar durante el acto; que meramente exista ese amor recíproco entre ambos.
Leclerc se dispone a tocar la piel de su ser amado, pasa sus manos por el viril pecho de Carlos, haciendo que en anterior suspire con la atención dada a su cuerpo. Su linda bata obsequiada yacía perdida en algún lugar de esa gran habitación, en el proceso dominando esa combinación de sonidos tan lascivos, aquellos que son sugerentes que lo único que te transmiten es esa pasión desenfrenada que hay de los dos lados.

Te amo Charles— Son las palabras que salen de un necesitado Carlos, necesitado por el amor de aquel ser que le robo el aliento.






☎️❤️‍🩹

¡Bienvenidos a las notas de autor! Espero hayan disfrutado esta lectura que espero continuar, ahí vamos de poco a poco.

Sé que está curioso el hecho de Lewis como amante... ¿pero por qué no hacerlo? jahsjah, de todas maneras más adelante tendrá más forma.

Gracias por leer <3.

La inocencia del engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora