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La época en la que vivían no era fácil o tal vez si lo era pero siempre se complicaba la vida, matar humanos despreciables, succionando hasta la más última hora de sangre.

Disfrutaban el terror de las personas a las que solían matar, ver como su rostro va perdiendo el más mínimo rastro de vida les era satisfactorio, si bien en el pasado mataban indiscriminadamente, el este presente sólo cazaban criminales, aquellos que han sido o no juzgados por su forma tan repulsiva de actuar. Las presas siempre tenían una deuda con la sociedad y ellos estaban más que gustosos de cobrarla.







—Los vampiros están siendo una amenaza cada vez más y más grande. Esta mañana, encontraron al príncipe Sora sin vida en el ala oeste del castillo imperial, tenía marcas de dientes en diferentes partes de su cuerpo —uno de los directivos de esa sala exponía nuevamente sobre los peligros de los vampiros, recalcando lo perjudicial que sería para la humanidad.

En esa reunión se encontraban los diferentes líderes del reino, El rey, los ministros, Duques, Marqueses y Condes, las nobleza en su máximo esplendor, todos y cada uno de ellos siendo "leales" al rey actual, pero sobre ellos resaltaban un grupo de cuatro personas, se les conocía como la familia Sano y ningún noble e incluso el rey, tenian potestad de atravesarse en sus caminos, siendo aterradoramente fuertes y hábiles, relucientes, distinguidos y orgullosos. Su líder Sano Manjiro, que a pesar de ser el tercer hijo, desde hace un par de años está a la cabeza de la família, es el más terrorífico de todos, era conocido en el reino por ser el más fuerte, siendo un sacerdote y cazavampiros, el cual nunca fallado en ninguna de sus misiones, su récord impecable relataba su habilidad y destreza, sus manos estaban llenas de sangre de sus enemigos y todos rogaban no convertirse en su blanco algún día.

El primer hermano y por ende el mayor de la família, se apartó del cargo de ser el líder al reconocer el innato talento de su segundo hermano menor. Es un hechicero y el mejor en su campo, decidió mantenerse al lado de su hermano para guiarlo y apoyarlo.

El segundo hermano, casi tan fuerte como el lider, simplemente no le interesaba el cargo y decidió centrarse en su campo, las relaciones políticas eran su fuerte, las negociaciones, estar a cargo de enaltecer a su familia al brindar su apoyo al líder, esa era su manera de trabajar.

La cuarta hermana y la única mujer de la família, era una Santa, su poder espiritual se comparaba al de mil hechiceros, Santos y Sacerdotes en conjunto. El único al que no a podido derrotar es a su tercer hermano.

Una infantil risa acaparó la atención de todos en la sala, seguido de algunos resoplidos correspondiendo a su diversión.

—Miedo —susurró la joven —Tienes miedo.

Sus hermanos la vieron con una sonrisa cómplice, sabiendo exactamente que palabras seguían.

—Oye, Hitoshi ¿Acaso hay algún peso que atormenta a tu conciencia?

Sintiéndose acorralado, el nombrado comenzó a atacar verbalmente a su contrincante, subestimandola por el hecho de ser mujer.

—Mmm, ya veo, fuiste tú.

Ante la acusación al aire, muchos en la sala, respetuosamente pedían se explicara.

—El príncipe, esa noche no dormía en la sala oeste, estaba en los aposentos de su alteza la princesa del reino, tú lo acompañabas. Entonces, es algo curioso que el príncipe haya sido encontrado en su palacio si cuando lo atacaron estaba en el palacio de la princesa. ¿Sigo?

—¡Maldita ramera! ¿Cómo te atreves a acusarme de algo tan atroz? —intentó acercarse a la joven pero un gran golpe lo envío al piso.

Al fue interceptado por un hombre, el segundo hijo de los Sano.

—¿Insinúas que mi hermana miente? —los brazos del hombre fueron retorcidos en su espalda, el dolor era tal que incluso los demás miembros en la sala retrocedieron varios pasos.

—Continúa Emma —Manjiro pidió a su hermana, divertido por la situación en la que se encontraban, extaciado por los gritos de dolor en aquél sujeto y complacido al ver las caras atemorizadas en la sala.

—Como decía, acompañabas al príncipe y el te reveló que te había atrapado en tu repugnante acto desleal a la corona, entonces, como ahora, fingiste demencia y al llegar a sus aposentos lo apuñalaste con esto... —de una esfera de luz surgió un pequeño artefacto, alargado y cilíndrico, con una punta delgada y un pequeño agujero. El artefacto aún contenía la sangre del príncipe, pues al ser sangre real está era más espesa y difícil de eliminar. Así se aseguraban de mantener a resguardo a la realeza o en el peor de los casos, dar con la causa de su muerte. La Santa pasó el arma al rey para que este la inspeccionara y este tras sacar un poco de su propia sangre, confirmó que era la de su hijo, seca y sin vida.

—No es prueba suficiente para inculparme —acusó el hombre —Su asquerosa familia quiere derrocar al gobernante y empiezas por nosotros. —las palabras llenas de rabia consiguieron divertir aún más a la excéntrica familia quienes rieron a carcajadas por lo dicho.

—Por nuestra diosa luna, eres muy gracioso —Shinichiro secaba la pequeña lágrima que escapó de sus ojos tras la carcajada y detergente todo su rostro cambió. —¿Por que te sientes tan importante? Si quisiéramos ir en contra del rey lo haríamos de frente, un Sano jamás se esconde en las sombras pero si aún tienen dudas. Emma.

La joven conjuro una de sus plegarias "el don de la verdad" este permitía tras una exhaustiva investigación y gran poder, revelar la verdad deseada, sin capacidad de alterarla gracias al voto del Santo con la diosa de la Luna.

Tal y como en palabras de la Santa, el asesino actuó de la misma manera relatada, al apuñalar al príncipe estratégicamente para que parezca obra de un vampiro y drenar su sangre para que se paresca, también se lo vio deshacerse del arma y matar a una criada que había sido testigo.

—Su majestad, ¿está de acuerdo en que ordenemos la ejecución de este criminal? —intervino Manjiro, siendo sólo formalidades pues no necesitaban ni les importaba su permiso.

—Que se haga en la plaza principal —Sentenció el rey.

Los guardias se llevaron al ahora preso y lo confinaron a una de las torres hasta su ejecución al día siguiente.

—Gracias.

—No es necesario, sólo nos deshicimos de una rata —con esas palabras, la familia abandonó la sala.




















Los gritos se acompañaban de jadeos desesperados inundaban el lugar, aquel callejón había sido el fin de su destino, el lugar donde les arrebatarian sus vidas.

—Ya veo, un abusivo y un asesino —el hombre se adentraba al callejón en donde su compañero aguardaba
—Que asco -dijo con desdén —Pero serán una buena cena.

—¿Puedo jugar un poco? —con fingida inocencia preguntó al recién llegado —Prometo que no me tardaré.

Al no recibir negativa este comenzó a sacudir el cuerpo, con sus ágiles movimientos golpeaba en puntos críticos y se aseguraba de maltratarlo a tal punto que pronto parecería pero no lo suficiente como para que segregue sangre y perder tan valioso alimento. Comenzó en sus brazos, arrebatado sus extremidades con cuidado, y con magia, calculando la herida y cerrandola, sus ojos, la piel y la lengua fueron arrancados uno por uno, de manera lenta para alargar el sufrimiento.

—Takemichi ¿Nos vamos? —la otra parte había terminado de alimentarse, dejando un cadáver completamente drenado de sangre.

Vio a su acompañante comenzar a alimentarse de la sangre del hombre y pronto alcanzar sus pasos y posarse a su lado, caminando como si nada, desaparecieron en la oscuridad sin dejar rastro de su estancia en el lugar.











A medio día, con el sol en su punto más alto, ardiendo y dando de lleno sobre las personas, la ejecución del asesino del príncipe comenzaba.

En cuestión de minutos llegó el responsable, pedía perdón a gritos y clamaba por piedad. Sus plegarias no fueron escuchadas y su cabeza rodó en el suelo.

Las personas miraban la escena, maldiciendo al verdugo del joven príncipe.

Y desde lejos, dos pares de ojos rojos vigilaban desde las sombras.

Blood [Mitake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora