Aullidos de lobo

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Ekatherine Smith

Temprano por la mañana mi linda hermana Maddy se encontraba estudiando junto a Papá para su examen de matemáticas.

En la mesa de frente a Maddy me encuentro yo con cara de perro encerrado, esta mañana no estaba muy contenta con la vida.

— ¿Vamos chicas que sucede?—. Cuestiono mamá al ver nuestro estado

En esta ocasión fue Mads la que respondió por ambas, por mi parte nada más hice cara de disgusto, si pudiera me lanzaría de un acantilado, pero no hay acantilados y no tengo la voluntad suficiente para salir de casa ahora.

— No lo se, no puedo concentrarme en nada, me duele la cabeza, me tiemblan las manos y los pies y....

— ¿Las encías?—. Pregunto Papá tomándose el rostro.

Maddy asintió y mamá me miró con cara de "atiquetepasa" la mire sin decir decir nada puro y raro silencio, mis padres se echaron unas cuantas miradas y luego nos miraron a ambas.

— Ya esta, no irán a la escuela mañana—. Maddy murmuró una suave queja pero mamá siguió hablando—. Le escribiré al señor Jeffries diciendo que están enfermas, están a punto de trasformarse ¿como van a lidiar con una semana de exámenes?

— No lo hare trabaje muy duro por esto... Estoy bien

— Bien loca—. Nomas terminar la frase lo que Papá cocinaba empezó a incendiarse

Maddy grito y las dos nos acercamos a abrazar a mamá, papá trato de apagarlo pero no pudo y terminó por dejarlo sobre la mesa, los cuatro en el suelo gruñendo al fuego como locos.

Si alguien nos viera en ese momento diría que necesitamos un psicólogo y pensándolo de una manera coherente si, algunos más que otros.

De igual forma no podemos evitar huir, el fuego es como la luna llena siempre nos recuerda lo que somos. Nos expone como ratas al sol, rara comparación.

— ¡Dan, cubrelo!—. Grito mamá sobre los gruñidos que soltabamos los tres

Papá se levantó y con un trapo húmedo cubrió el fuego extinguiendolo, me levante suavemente del suelo.

— Tal vez estarán más a salvo en la escuela—. Terminó por decir nuestra madre.

Salí detrás de Maddy acomodandome la  corbata del uniforme mientras soltaba pequeñas quejas a lo bajo, por mi hermanita
querida tendria que aguantar la semana de examenes, una vez más sentía el impulso de golpear a cualquier persona que se me pusiese delante y luego suicidarme.

— No irán a ningún lado sin estas—. Dijo mamá bajando de un banquito una vez entramos a la cocina— Son las últimas que tengo así que no las pierdan.

Puso en nuestras manos un pequeño frasquito que en su interior paseaba un extraño líquido tan rojo y espeso como la sangre, mi hermana lo abrió y al segundo arrugue la nariz. Huele asqueroso, ahogue una náusea y me voltee para disimularlo.

— Si sirve niñas, tienen que cuidarse ¿bien?. Solo pongan unas gotas bajo la lengua si se sienten estresadas—. Acaricio mi brazo y me miró muy fijamente frunciendo el ceño.

Mi humor cambió en un segundo de estar hastiada de la vida ahora estaba molesta, apreté los puños y antes de que alguien lo notara salí de la casa, creí cerrar la puerta suavemente pero está retumbó cuando la empuje.

Maddy salió de la casa mirándome raro algo a lo que decidí restarle toda la importancia para caminar golpeando con fuerza el asfalto de la calle al dar un paso.

Al llegar a la escuela evite que cualquier persona siquiera tratara de respirar cerca mío y procedi a hacer algo que nunca se me había ocurrido, llegar temprano, entre al salón y me senté en mi lugar simplemente disfrutando el silencio todo el tiempo que se pudiera.

No paso mucho antes de que Rhydian tomara lugar a mi lado, estuvo en completo silencio cosa que agradezco por que tenia la cabeza a punto de reventarme. Jeffries empezó a pasar lista y mi hermana se puso a hablar con el rubio.

— Maddy...—. Nombro a mi hermana que grito exaltada avergonzandose casi de inmediato

— Kat...—. Me nombro pero no conteste, el señor J subió la mirada me vio serio y me apunto en la lista.

Apretaba los puños con fuerza al igual que los dientes, sentía que cada pequeño murmullo era un grito, podía escuchar los pasos afuera del aula, la máquina de café en la sala de maestros, el sonido de las plumas arrastrándose por papel y las risas, de todos esos sonidos el que más irritante me parecía es el que hace Maddy al morderse las uñas.

Deje de prestar atención quedando sumida en cada ruido, con el pie empecé a golpear el asiento de mi hermana que me volteo a ver arrugando la nariz. Sin poder evitarlo solté un suave gruñido y Maddy se giro completamente sorprendida, entre busco en mi mochila hasta sacar el frasquito asqueroso para ponerlo en mi mano.

— Lo que nos dio mamá—. Murmuró y entendí.

Abrí el pequeño frasquito antes de que alguien notará el aroma que esté desprendía y le di un trago.

"Esa mierda no solo olía horrible"

Me dejó un sabor amargo en la lengua pero al fin de cuentas sirve, un par de segundos y mis manos dejaron de temblar, aún oía cada pequeño y mínimo sonido pero no me sentía claustrofobica.

Respire profundo, esta semana iba a ser muy larga, de solo pensarlo me come viva el estrés.

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⏰ Última actualización: Feb 01 ⏰

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