1 | ¿Quien eres?

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Era un día de invierno, un día de un gran invierno que era capaz de hacerte congelar las pestañas

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Era un día de invierno, un día de un gran invierno que era capaz de hacerte congelar las pestañas. Para la joven Seishoku, solo era un mal día, todos estaban mal para ella, pero hoy era de esos días donde todo valía una mierda. Hoy ella estaba del peor humor, el invierno era su estación favorita, se supone que ell debería estar satisfecha y jugando con la nieve, como siempre lo hacía en invierno.

— ¡Miren! ¡Es el mounstro de los mil ojos! ¡Corran o ella nos atrapará y nos torturará en su infierno! — Grito y advirtió un niño de la academia, compañero de clases de la Seishoku.

— ¡Ahhhhh! ¡Vamos! ¡Corran o moriremos! — Grito una niña castaña señalando a la de ojos amarillos.

En ese momento, todos los niños que estaban alrededor de la pelinegra, empezaron a correr y alejarse de ella lo más que podían, eran esos días donde Saromi quería matarlos y quitar sus ojos con cucharas, uno por uno, y lentamente. Esto ya era costumbre, ella era la "monstruo de los mil ojos", acaso esa era la maldición?

La Seishoku se quedó parada mientras miraba a los demás niños corriendo asustados y algunos burlándose de ella, sus ojos amarillos brillosos, con sus grandes notables pupilas de espiral, los miraba tranquilamente y seriamente correr, pero tenía una gran rabia en su interior, estaba harta.

La pelinegra solo camino hacia el otro lado, al lado de un árbol que tenía un simple columpio, y que en ese columpio, había un niño. Un niño rubio, ojos azules y bigotes que parecían de gato. Ella solo se quedó parada ahí, incómoda. El rubio parecía estar triste, estaba desolado y parecía que nadie hablaba, o siquiera tenía amigos, la misma situación que la pelinegra.

La Seishoku menor, lo miraba de reojo con sus extravagantes ojos, el rubio la noto rápidamente, el la quedó mirando algo confundido y asombrado, nadie se acercaba a el. Mucho menos querían estar con el, la pelinegra y el de ojos azules, hicieron contacto visual por un momento, por lo que dio resultado, el pequeño se sonrojo en vergüenza. Era la primera niña que no le disgustaba o que no corría de el, el rubio, se levantó del columpio y lentamente se paró al lado de la pelinegra, alzando su mano para un apretón. La Seishoku lo vio con una expresión monótona y tranquila.

— Soy Naruto Uzumaki... ¿Cómo te llamas? — Hablo el rubio con una voz algo tímida pero alegre.

La de ojos de la espiral lo vio de pie a cabeza con la misma expresión, algo que puso un poco incómoda al pequeño Naruto, estaba confundido. Saromi se tardó en contestar, por lo que esa acción, apagó a Naruto y no dijo nada, el se dio la vuelta, listo para irse, hasta una monótona y callada voz hablo.

— Seishoku. Saromi Seishoku... Es un placer, Uzumaki. — Respondió la Seishoku, de una manera algo cansada.

Los ojos del único rubio enfrente de Saromi se iluminaron, el le dió una gran sonrisa alegre y simpática, el volvió a alzar su mano para un apretón, o eso el esperaba. La Seishoku, algo confundida miro la mano alzada de Naruto.

— ¿Que haces?... ¿Quieres ayuda? — Pregunto una pelinegra con el mismo tono.

— ¿Huh? ¿Ayuda? ¿Acaso no sabes que es un apretón de manos? ¡Vaya! ¡Nunca he conocido a alguien que no lo sepa! — Río feliz un ojiazul.

— No, idiota. Se lo que es... ¿Quieres un apretón de manos conmigo? Es enserio? ¿No te da... miedo? —

— ¿Miedo? ¿Porque que me daría miedo? No es que tú seas un fantasma o un enemigo, ¿Verdad? ¡Ay vamos! ¡Hazlo! —

La Seishoku no tuvo más remedio que hacer el apretón, era la primera vez que un niño le ofrecía un apretón de manos. La última vez que un niño la toco fue hace 3 meses, niño que quedó en el hospital por 1 semana.

— Y bueno... ¿Quieres ser mi amiga? Siempre e querido una amiga y bueno... Pensé que tal vez lo podríamos ser, ¿Que te parece?... —

Los ojos de Saromi se abrieron un poco en sorpresa. ¿Amigo? ¿Ella iba a tener un amigo? ¿Los necesitaba? ¿Acaso el rubio no tenía?

— ¿A-amiga?... ¿Quieres que yo sea tu amiga? Uh. —

— ¿No quieres que yo sea tu amigo?... Oh, bueno yo-... — El Uzumaki fue interrumpido por cierta pelinegra.

— No. Si quiero. Si quiero ser tu amiga. —

El rubio se sorprendió enormemente y sonrió como nunca, por fin, el tenía un amigo. Lo había conseguido, talvez yo no sé iba a sentir solo. Talvez... El por fin no estaba solo.

— ¿Es enserio?... ¡Genial! ¿¡Cuál es tu comida preferida!? !La mía es el Ramen! ¿¡Cuántos años tienes!? !Yo 7! ¿¡Te gusta el Ramen!? !A mí me encanta! ¿!Que te-!? — Saromi pauso al rubio, poniendo su dedo indice en sus labios, el hablaba mucho.

— Shhh... Saromi está escuchando. Ella lo puede escuchar todo, lo ve todo. — Dijo la menor, afilando su mirada y su voz más callada, esto preocupo un poco al rubio, pero no le dió importancia.

— Hmhmphmhp... ¡Hmphmph! — Murmuró el rubio, mientras Saromi seguia teniendo su dedo en sus labios, hasta que ella lo removió.

— Bueno eh... ¿¡Quieres ir a jugar!? ¡Me encantaría jugar con mi nueva amiga! ¡Ven, vamos! — Dijo el ojiazul con un enorme entusiasmo y imperactividad.

— ¿Jugar?... ¿Jugar que?... —

— ¡Ay no se! ¡Lo que sea! ¡Ven, vamos ,Saromi-chan! —

— ¿Saromi-chan?...Bueno... Pero en vez de jugar entrenemos. —

El rubio de asombro y parecía emocionado.

— ¿Entrenar?... ¿Tu entrenas?... ¡Bah! ¿¡A quien le importa!? ¡Me encantaría entrenar! ¡Por favor enséñame jutsus! —

— Si, Naruto... Ahora cállate, imbécil.  —

Y así fué como un Uzumaki y una Seishoku se volvieron grandes amigos. Unos amigos inseparables.

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⎿ 𝐸𝑛𝑑 𝑜𝑓 𝑡ℎ𝑒 𝑊𝑜𝑟𝑙𝑑 ⏋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora