cap:3

83 16 0
                                    

Pov.checo

Esta semana es diferente. Sin conciertos, aunque aún hay tres ensayos y entrevistas programadas a lo largo de los días. Pero, es una semana libre de presentaciones, una rara oportunidad para relajarme y pasar tiempo de calidad con mi hijo, Pato. Aunque mis asistentes se mostraron reacias a tomarse la semana libre cuando les dije que no se preocuparan, finalmente aceptaron después de una conversación que tuvimos dos días antes.

Flashback: Dos días antes

-Chicas, esta semana quiero que se la tomen libre,- les dije con una sonrisa, esperando que entendieran.

-¿Libre? ¿Y quién va a manejar tus citas y eventos, Checo?-preguntó Marta, la más responsable de todas.

-Tendré solo tres entrevistas y ensayos, nada que no pueda manejar solo. De verdad, no se preocupen. Se merecen un descanso,- insistí.

-Pero Checo, estamos acostumbradas a estar aquí para ti,- añadió Laura, con un toque de preocupación en su voz.

-Lo sé, y agradezco todo lo que hacen por mí. Pero también necesitan descansar. Esta semana será tranquila, y quiero pasar tiempo con Pato. Por favor, tómense esta semana libre, es una orden,-dije con una risa ligera.

Finalmente, aceptaron con cierta reticencia, pero sabía que una semana de descanso les haría bien.

De vuelta al presente

El día comienza temprano, como siempre. A las cinco de la mañana, mi alarma suena, y sin pensarlo dos veces, me levanto para comenzar con mi rutina de ejercicios. Salgo a correr por el vecindario, dejando que el aire fresco de la mañana despeje mis pensamientos. Corro por una hora, sintiendo cómo cada paso me energiza para el día que tengo por delante.

De vuelta en casa, a las seis, empiezo a preparar el desayuno. Me gusta hacer algo especial, no solo para mí, sino también para Pato. Hoy, son panqueques con frutas frescas y un poco de miel. Mientras bato la mezcla, no puedo evitar tararear una canción que le compuse a Pato. La melodía suave llena la cocina, y por un momento, todo parece perfecto.

Con el desayuno listo, subo a la habitación de Pato. Está profundamente dormido, su respiración tranquila y constante. Me acerco despacio y lo levanto con cuidado. A un año de edad, aún es pequeño y frágil, y siempre me maravilla lo rápido que está creciendo. Lo llevo hasta la cocina, canturreando la canción mientras me muevo de un lado a otro.

Lo siento en su sillita de bebé y comienzo a despertarlo suavemente, acariciando su cabecita y hablándole con voz baja. -Buenos días, mi amor. Es hora de despertarse y desayunar.- Pato abre los ojos lentamente, parpadeando y mirándome con una mezcla de sueño y curiosidad. -Vamos, pequeño, es un nuevo día lleno de aventuras.-

Nos sentamos a comer, disfrutando de los panqueques y de nuestra compañía. Cuando terminamos, levanto a Pato para cambiarlo. Son las siete y necesitamos estar listos para llevarlo a la guardería a las ocho.

Mientras me alisto, escucho un golpe en la puerta. Ya casi listo, salgo tal como estoy y abro la puerta, llevándome una gran sorpresa al ver que es Max quien está tocando.

-¿Qué haces aquí, Max?- le pregunto, sin ocultar mi sorpresa.

-Soy tu guardaespaldas, sergio. Incluso en días de descanso, tengo que estar contigo,- responde Max, serio pero amable.

Me sorprende, ya que no tenía previsto esto. Lo dejo pasar, sintiendo un poco de miedo. A pesar de que Max ya lleva un mes siendo mi guardaespaldas, aún no le he contado sobre Pato. Aunque hemos desarrollado una buena confianza, este es un tema delicado.

Acordes de proteccionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora