Capítulo 1. Caída

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Juliette

Grecia, que bonito lugar. Me transmitía paz, tranquilidad, alegría y muchas otras cosas hermosas. Las personas parecían muy conectadas entre todas, incluso sin conocerse. En el fondo, también sentía envidia, ya que he deseado durante los 19 años que llevo viva habitar en un sitio así, pero tuve que dejar ese sentimiento atrás. Lo bueno es que llevaba en todo momento mi cámara, así que podría recordar a la perfección estos momentos de felicidad y pureza. Con mi cámara, capturaba mis mejores recuerdos.

Mientras tomaba una copa de vino tinto, decidí que iba a investigar más a fondo el pueblo en el que me encontraba, así que pagué a la camarera y me puse en pie. 

Llevaba unos minutos caminando cuando encontré una zona preciosa con unas vistas perfectas. Había árboles y enredaderas que quedaban perfectas con la imagen del pueblo que tenía justo enfrente. Decidí sacar fotos y caminar por ese espacio. Detrás de unos cuantos árboles, había un  agujero bastante ancho y profundo. Saqué la linterna para comprobar si había algo dentro y no pude ver nada, así que volví a la zona que había descubierto hace un par de minutos y me senté a la par de unos abetos. Lo único que podía hacer era admirar lo que se encontraba delante de mí, casas y edificios de tonos blancos y azules iluminados por las farolas que había alrededor, y lo que más me impresionaba, el mar. Desde aquí arriba se veían todas sus tonalidades y los resplandecientes reflejos del agua. Sin duda, había encontrado mi lugar favorito.

Me desperté con el sonido de una alarma, me había quedado dormida durante probablemente unas dos horas. Miré entre mis cosas para ver qué podía estar generando ese sonido, pero no procedía de mi bolso. Me levanté y perseguí el sonido, no se me hizo muy complicado ya que era demasiado fuerte. Cuando llegué al lugar de su origen, me di cuenta de que venía del sitio en el cual estaba ese misterioso hoyo. No podía ver bien qué había, ya que los árboles tapaban cualquier cosa que estuviese detrás, así aparté sus ramas y me dirigí al hoyo. Cuando pude ver con claridad, no encontré nada. La alarma seguía sonando pero no conseguía descubrir de dónde venía. Al ver que no iba a conseguir nada ya que el sonido estaba camuflado, me di la vuelta y empecé a caminar para volver a mi hotel. De repente, unas manos me agarraron de la cintura y me arrastraron hacia el agujero, y esa extraña alarma dejó de sonar. Grité lo mas fuerte que pude, me resistí y peleé para que ese sujeto no pudiera tirarme, pero no fue suficiente. Esas manos eran más fuertes que yo, y terminó consiguiendo lo que quería desde un principio, que me cayera por ese inmenso agujero.

La furia de la caídaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora