Epílogo

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Narra Yuna

Corrí a través de la lluvia mientras ésta caía de manera violenta. Logré refugiarme bajo una cúpula cuyo techo parecía ceder ante la furia del clima. Tenía tanto que procesar. Nunca imaginé que el caballero Jake me diría aquello sobre el Sr. Heesung; ¿acaso era cierto que él se había interpuesto en la relación de Lía? Lo que jamás preví fue que ambos acabaríamos en aquel lugar. Mi corazón latía con fuerza al escuchar cada palabra que salía de su boca.

—La realidad es que, señorita Yuna, he luchado contra mis instintos y cada encuentro se ha incrustado profundamente en mi ser.

—¿Qué está usted queriéndome decir, Sr. Heesung? —inquirí, sintiendo mis emociones a flor de piel.

—La amo —contestó él—, y luchar contra mis sentimientos por usted ha sido en vano.

Aquella confesión me había dejado perpleja y sin palabras. Este hombre, a quien juré odiar toda mi vida, estaba dejando en claro lo que sentía por mí. Sostuvo mis manos y besó suavemente mis nudillos.

—Por favor, espero pueda corresponder mis sentimientos y casarse conmigo.

—Lo lamento, señor, pero tendré que declinar su propuesta —respondí, volviendo a la realidad.

—¿Está usted rechazándome después de confesarle mis sentimientos?

—Lo rechazo porque usted es el responsable de alejar al Sr. Kai de mi hermana.

—¡Tuve mis motivos! —respondió, cruzando los brazos.

—¿Me podría decir cuáles eran?

—Pude observarlos detenidamente y me di cuenta de que su hermana no estaba interesada en él.

—¡Es porque ella es tímida! —exclamé.

—El Sr. Kai también es tímido.

—Le aseguro que ella realmente estaba interesada en él, solo que no lo demuestra —parecía que iba a hablar, pero continué—. Ni siquiera a mí, que soy su hermana, me demuestra su afecto.

Su mirada transmitía culpa por el comentario que había hecho y posiblemente por haber tomado aquella decisión, pero no pensaba doblegarme, mucho menos ante él.

—Yo... lamento haberle hecho perder el tiempo, señorita Yuna —mencionó.

Hice una reverencia, la cual él devolvió antes de retirarse de allí.

Observé cómo se alejaba hasta desaparecer de mi campo visual. Me quedé allí, recostada contra la pared, esperando a que terminara de llover.

Fin del Epílogo

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