San Francisco, California
Hace dos meses llegué a este lugar devolviéndome la libertad de poder hacer lo que me gustara sin recibir palizas por querer ser tal y como soy. Es injusto saber que hay millones de mujeres que están pasando por lo que yo pasé. Solo les pido que luchen y nunca se den por vencidas.
La esperanza de salir adelante era lo que me impulsaba cada día a salir a las calles sin miedo a tropezar y ser juzgada. Ahora mi único refugio era yo, no dependía de él y por fin estaba cumpliendo mis sueños uno por uno en este poco tiempo que he estado en San Francisco. He podido hacer muchas cosas que no había podido hacer en mis 23 años de edad. Y ya sé, no me juzguen por haberme casado con solo 18 años. Pensé que era mi alma gemela, me dejé engatusar por su bella voz, por sus besos. Pensé que siempre iba a ser así de dulce, pero recuerden que solo tienes que vivir con una persona para darte cuenta de cómo es en verdad.
Por fin pude tener mi propio apartamento, donde cada rincón lo adornaría a mi antojo. No era nada lujoso ni con mucho espacio, pero era mi hogar y eso es más importante que nada.
El reloj ya marcaba las ocho, se me estaba haciendo un poco tarde para salir a trabajar. Sin más, cogí mi bolso y salí puerta afuera. Como mi apartamento quedaba en un décimo piso, tenía que bajar por el elevador. Pero hace unos días el maldito elevador se descompuso y todavía no lo han arreglado. Así que había que bajar por las escaleras de emergencia. Era agotador, pero al menos hacía ejercicio matutino, mira que me hacía un poquito de falta. Según la recepción, lo arreglan hoy.
Me tomó unos 20 minutos poder bajar, solo me quedaban 10 para llegar al trabajo y para colmo el bus pasaba en 5. El reloj iba en mi contra, así que sin pensarlo mucho, salí corriendo. La parada del bus quedaba a solo 3 cuadras de mi edificio, así que me daría tiempo o al menos eso pensé. La respiración era todo un desastre, mi pulso estaba por los cielos y yo parecía que acababa de salir de la ducha. Cuando doblé para poder llegar a la parada, ya el bus estaba - "¿Qué voy a hacer? No me va a dar tiempo" - y como todo lo que he hecho en estos días era sin pensarlo mucho, grité a todo pulmón.
- ¡Espere señor, espere, espere! - pensé que no me había escuchado cuando el bus se para nuevamente y me espera.
En estos días para mí todo parece mentira. Pasé de trabajar en una oficina a un bar. Era sencillo mi labor en este lugar pero a la vez complicada. Tenía que interactuar con muchos borrachos, algo que detestaba.
- Aisha, termine de ponerte el maldito uniforme - Catherine y su forma de hablar era algo ruda pero muy buena persona - este maldito bar está al desbordarse de tantos babosos.
- Ya voy, Cata.
- Te he dicho millones de veces que no me llames así, parece que dices gata y para animales ya tengo a Daniel - Daniel era su pareja que era el encargado de la barra.
Este lugar podría tener muchas dificultades pero todas alrededor se complementaban. Cada una tenía una personalidad diferente, eso hacía que me sintiera en casa.
Las horas pasaban anunciando la noche, el Bar se intensificaba dándole la bienvenida a la esperada hora de la banda en vivo. Hace unas semanas se estaba anunciando que tendríamos música en vivo y directo. Al parecer eso le gustaba mucho a las personas porque el lugar estaba repleto.
Me posicioné detrás de la barra para ayudar a Daniel porque él ya no daba más a basto, eran demasiadas personas pidiendo bebidas.
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Cadena Perpetua (+18)
Random"En busca de mi felicidad, encontrándome con el mismísimo infierno." Una joven de 23 años, después de haber estado casada durante más de cinco años con lo que creía que era el amor de su vida, decide dar un valiente paso y abandonar su país. Ya no p...