Era una noche tranquila en San Sebastián, la primera en su nuevo hogar. Leo dormía plácidamente en su habitación, agotado después de un día lleno de emoción y aventuras. Alicia y Robin, después de asegurarse de que todo estaba en orden, se retiraron a su propia habitación, cerrando suavemente la puerta detrás de ellos.
Alicia se acercó a la ventana, abriéndola para dejar entrar la brisa fresca del mar. Las luces de la ciudad titilaban a lo lejos, creando un ambiente sereno y romántico. Robin se acercó por detrás y la abrazó suavemente, besando su cuello con ternura.
— Este lugar es perfecto, Alicia —murmuró Robin, inhalando el aroma de su cabello—. Estoy tan feliz de estar aquí contigo.
Alicia se giró para mirarlo, sus ojos reflejando la misma felicidad. Lo besó lentamente, disfrutando del momento de intimidad que tanto habían anhelado. El beso se profundizó, y la habitación pareció llenarse de una energía cálida y apasionada.
— Yo también estoy feliz, Robin —susurró Alicia contra sus labios—. Este es el comienzo de algo hermoso para nosotros.
Robin respondió con otro beso, más intenso esta vez, mientras sus manos recorrían lentamente el cuerpo de Alicia, familiarizándose con cada curva. Alicia sintió un escalofrío de anticipación recorrer su espina dorsal, dejándose llevar por la creciente pasión.
Con movimientos suaves pero seguros, Robin la condujo hacia la cama. Ambos se deshicieron de su ropa con una mezcla de urgencia y delicadeza, disfrutando de cada momento de contacto y exploración. La luz de la luna se filtraba por la ventana, iluminando sus cuerpos con un resplandor suave y etéreo.
Alicia se tumbó sobre la cama, observando a Robin mientras él se inclinaba sobre ella. Sus ojos se encontraron, y en ese momento, no necesitaron palabras para comunicarse. La conexión entre ellos era palpable, cargada de amor y deseo.
Robin comenzó a besar el cuerpo de Alicia, deteniéndose en cada lugar que sabía que le daba placer. Alicia arqueó la espalda y soltó un suspiro, disfrutando de las sensaciones que Robin despertaba en ella. Sus manos se entrelazaron, creando un vínculo aún más fuerte entre ellos.
— Te amo, Alicia —murmuró Robin, sus labios rozando la piel suave de su abdomen.
— Y yo a ti, Robin —respondió Alicia, con la voz entrecortada por el placer.
Los movimientos de Robin se volvieron más intensos y urgentes, y Alicia respondió con igual pasión, sus cuerpos moviéndose en perfecta sincronía. El mundo exterior desapareció, dejándolos solos en su burbuja de intimidad y amor.
La habitación se llenó de susurros y gemidos, cada uno alentando al otro a seguir adelante. Los latidos de sus corazones se aceleraron, y pronto, alcanzaron juntos un clímax de éxtasis que los dejó exhaustos pero profundamente satisfechos.
Después, se quedaron abrazados en la cama, recuperando el aliento y disfrutando de la proximidad del otro. Robin acarició suavemente el cabello de Alicia, besándola en la frente con ternura.
— Esto es exactamente lo que soñaba para nosotros —dijo Robin en voz baja—. Estar juntos, creando recuerdos y construyendo una vida llena de amor.
Alicia asintió, sintiendo una profunda gratitud por este momento.
— Estamos construyendo algo hermoso, Robin. Y sé que cada día será mejor porque estamos juntos.
Permanecieron en silencio durante un rato, simplemente disfrutando de la presencia del otro. Finalmente, Alicia se acurrucó más cerca de Robin, cerrando los ojos y dejando que el cansancio del día la venciera.
Robin la siguió poco después, pero no antes de murmurar:
— Buenas noches, mi amor.
Alicia, medio dormida, respondió:
— Buenas noches, Robin.
En su nuevo hogar, abrazados y con el sonido del mar de fondo, Alicia y Robin se durmieron, sabiendo que habían dado un gran paso hacia adelante en su relación. Su amor, profundo y sincero, sería la base sobre la cual construirían su vida juntos, enfrentando cualquier desafío y disfrutando de cada momento.
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El gol del corazón // Robin Le Normand
Fiksi PenggemarEn el vibrante mundo del fútbol, donde el césped y el brillo de los focos definen el día a día, es fácil olvidar que detrás de cada figura pública hay historias de amor, sacrificio y esperanza. Este es el relato de Robin Le Normand, un talentoso def...