Capítulo cinco: La búsqueda

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¿Acaso hay algo peor que no saber exactamente en el entorno en donde vives? Sí, ir a la casa de tu mayor enemiga hasta el momento.

Casualmente, la cabaña que estaba en la ruta de la carrera, era su casa. Maldita tramposa.

Era algo humilde, los muebles que estaban en la sala de estar, eran viejos, con rasguños y algunos golpes. El suelo rechinaba demasiado a cada paso que daba, mientras que el frío de la noche entraba por cualquier grieta que hubiera entre las maderas.

El polvo adornaba su habitación, así como las telarañas en las esquinas superiores de cada parte de la cabaña. Realmente no había mucho aquí. En mi casa yo tenía de todo, escritorio, muebles, adornos, materiales, libros, ropa y todo lo necesario.

Entonces me puse a pensar en que mis padres me habían dado todo y mucho más.

Su habitación solo tenía una cama antigua de madera y un colchón sobre ella, mientras que había un placard a la derecha, con rasguños y algunas abolladuras. Eso me llamó la atención, pero ella se daría cuenta si investigaba al respecto.

—¿Por qué estamos aquí? —pregunté confundida.

—Fácil —abrió las puertas del placard y observé sus prendas de ropa, todas de color negro—. Si quieres saber quién mató a tu abuela, debemos ir con Blade.

—¿Y él es...?

—Un señor que ve el futuro.

Del placard sacó una remera de esas que se ajustan a tu cuerpo, con un escote en V y una chaqueta de cuero.

—Estás loca si crees que...

—Es eso o te matarán, tú decides.

Suspiré y de mala gana acepté.

—Sal para que pueda cambiarme, por favor.

—Claro.

Se retiró de la habitación y me quité la ropa, quedando en top. Miré la remera de Val, pensando en si realmente era lo correcto, porque yo no pertenecía a este mundo, pero quería. Demasiado confuso para mi gusto, pero debía intentarlo, aunque anduviera tan perdida como un barco sin rumbo.

Me puse la remera y la campera, de la cual emanaba un aroma peculiar. Era suave, rico y delicado, seguramente algún perfume que Val usaba, lo cual era curioso, porque no suele ser coqueta o algo así.

Al salir de la habitación, la encontré en la cocina vieja y sucia, parada, con cuchillos en sus manos. Levantó la mirada, sus ojos azules me observaron de arriba abajo, detallando cada parte de mí. Seguramente para saber si el disfraz era creíble.

—¿Se ve creíble?

—¿Qué? Ah, sí, te ves como una de nosotros.

—Querrás decir de tu clan.

—Como sea —metió un cuchillo dentro de su chaqueta de cuero.

—¿Debemos enfrentarnos a alguien? —pregunté debido a los cuchillos.

—Espero que no, la protección nunca está de más y lo sabes.

Claro, no estaba de más, pero podía protegerme sola, no necesitaba de unos cuchillos de cocina.

Nos fuimos de la cabaña, caminando por el bosque, cada vez adentrándonos más y más, hasta que el pueblo dejó de estar cerca nuestro.

Me preguntaba si realmente encontraríamos al desgraciado que asesinó a mi abuela, porque si no lo hacíamos, yo sería capaz de matar a Val. Sabía que hasta ahora ella no me hizo daño, pero ese plan estúpido de acercarse a Trek y usarlo para divertirse, me hacía creer que era una mala persona.

El bosque perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora