Primer Encuentro

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Mi madre me llevó al aeropuerto con las ventanillas del coche bajadas. En Brisbane, la temperatura era de veinticuatro grados y el cielo de tenía un tono azul perfecto y despejado. Me había puesto mi camisa favorita, una blanca con las mangas remangadas; la llevaba como gesto de despedida. Mi equipaje de mano era un anorak.

En la provincia de Jeju-do, al sur de Corea del Sur, hay un pequeño pueblo llamado Seogwipo. cuyo cielo a menudo permanece encapotado. En esta modesta localidad, llueve más que en cualquier otro lugar de Corea del Sur.

Mi madre se escapó conmigo de aquel lugar y de sus tenebrosas y sempiternas sombras cuando yo apenas tenía unos meses. Me había visto obligado a pasar allí un mes cada verano hasta que por fin me impuse al cumplir los catorce años; así que, en vez de eso, los tres últimos años, Keeho, mi padre, había pasado sus dos semanas de vacaciones conmigo en Brisbane.

Y ahora me exiliaba a Seogwipo, un acto que me aterraba, ya que detestaba el lugar.

Adoraba Brisbane.

Me encantaba el sol, el calor abrasador, y la vitalidad de una ciudad que se extendía en todas las direcciones.

-Jake. -Me dijo mamá por enésima vez antes de subir al avión. -No tienes por qué hacerlo.

Mi madre y yo nos parecemos mucho, salvo por el pelo corto y las arrugas de la risa. Tuve un ataque de pánico cuando contemplé sus ojos grandes e ingenuos. ¿Cómo podía permitir que se las arreglara sola, ella que era tan cariñosa, caprichosa y atolondrada? Ahora tenía a Phil, por supuesto, por lo que probablemente se pagarían las facturas, habría comida en el frigorífico y gasolina en el depósito del coche, y podría apelar a él cuando se encontrara perdida, pero aun así...

-Es que quiero ir. -Le mentí. Siempre se me ha dado muy mal eso de mentir, pero había dicho esa mentira con tanta frecuencia en los últimos meses que ahora casi sonaba convincente.

-Saluda a Keeho de mi parte -Dijo con resignación.

-Sí, lo haré.

-Te veré pronto -Insistió-. Puedes regresar a casa cuando quieras. Volveré tan pronto como me necesites.

Pero en sus ojos vi el sacrificio que le suponía esa promesa.

-No te preocupes por mí. -Le pedí. -Todo irá estupendamente. Te quiero, mamá.

Me abrazó con fuerza durante un minuto; luego, subí al avión y ella se marchó.

Para llegar a Seogwipo tenía por delante un vuelo de diez horas de Brisbane a Seúl, para luego ir desde Seúl a Jeju, que sería una hora y quince minutos en avioneta. Para finalizar, cuarenta minutos en coche hasta Seogwipo. La verdad, no me desagrada volar, pero me preocupaba un poco pasar una casi una hora en el coche con Keeho.

Lo cierto es que Keeho había llevado bastante bien todo aquello. Parecía realmente complacido de que por primera vez fuera a vivir con él de forma más o menos permanente.

Ya me había matriculado en el instituto y me iba a ayudar a comprar un coche.

Pero estaba convencido de que iba a sentirme incómodo en su compañía. Ninguno de los dos éramos muy habladores que se diga, y, de todos modos, tampoco tenía nada que contarle.

Sabía que mi decisión lo hacía sentirse un poco confuso, ya que, al igual que mi madre, yo nunca había ocultado mi aversión hacia Seogwipo.

Estaba lloviendo cuando el avión aterrizó. No lo consideré un presagio, simplemente era inevitable. Ya me había despedido del sol.

Keeho me esperaba en el coche patrulla, lo cual no me extrañó. Para las buenas gentes de Seogwipo, Keeho es el jefe de policía Shim. La principal razón de querer comprarme un coche, a pesar de lo escaso de mis ahorros, era que me negaba en redondo a que me llevara por todo el pueblo en un coche con luces rojas y azules en el techo.

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⏰ Última actualización: Aug 25 ⏰

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