— Narrador Omnisciente —
La pelinegra estaba en su camerino, cubriendo sus enormes ojeras frente a un espejo que reflejaba su rostro y, con ello, su tristeza.
Cuando terminó de maquillarse, se miró de nuevo en el espejo. Para los demás, aquella chica era realmente hermosa, con unas facciones increíblemente perfectas: sus ojos color esmeralda, su pelo tan negro como el carbón, su piel pálida, nariz respingona, alta y con un físico delgado pero con curvas que encantaban. Ella era simplemente perfecta, pero su belleza era algo que, lamentablemente, no lograba ver.
— Tú puedes —dijo la chica para sí misma mientras se miraba en el espejo, esbozando una sonrisa que ocultaba su dolor.
De repente, las lágrimas empezaron a amenazar con salir de sus ojos. Dos golpes en la puerta de su camerino la hicieron volver a la realidad.
— ¡Denaith, en cinco minutos!
— Sí, ya salgo. Solo me pongo los zapatos —gritó la chica mientras comenzaba a calzárselos.
Tras unos minutos, salió de su camerino completamente lista y, a ojos de los demás, preciosa.
Los cánticos de la gente gritando su nombre resonaban perfectamente.
La chica empezó a subir al escenario para iniciar el concierto que daría en Milán, Italia.
— ¡Ciao ragazzi! ¿Pronti per il miglior concerto della vostra vita!? —saludó la pelinegra, intentando dirigirse a su público en un italiano mal pronunciado. La gente, a pesar de su torpe pronunciación, estalló en gritos, llenando de felicidad a Denaith.
Los minutos y las horas transcurrieron con normalidad, excepto por la épica caída que sufrió Denaith debido a sus enormes tacones. La luz del escenario se desvaneció, pero el clamor del público pedía más. Denaith decidió regresar para un bis, su corazón latiendo con emoción y un toque de nerviosismo. Mientras saludaba a sus fans, una mirada inquietante se cruzó con la suya: la de un chico en la primera fila. Sus ojos oscuros destellaban con una intensidad perturbadora. ¿Amor o peligro? No pudo evitar preguntarse. Esa interacción, aunque fugaz, dejó una sensación inquietante en su mente.
Regresaron al hotel mientras todos comentaban el concierto. Todos estaban muy felices, especialmente Denaith, porque todo salió como ella quería.
El grupo decidió parar en un Auto-Mac y pidieron muchas hamburguesas, patatas fritas y, por supuesto, Coca-Cola. La chica que los atendió casi se desmaya de la emoción al ver a Denaith en el asiento del copiloto. La chica, llamada Constanza, con mucha vergüenza, le pidió un autógrafo, a lo que Denaith aceptó encantada. Amaba encontrarse con sus fans.
— Yo opino que deberíamos ver John Wick. ¿Os habéis enterado de que ha salido la cuarta entrega? —dijo la pelinegra entusiasmada.
— Sí, Denaith, nos enteramos de eso hace un año. ¡Has visto la saga completa más de veinte veces!
Su grupo de bailarines estaba en el hotel intentando buscar una película para ver tras un largo día. Denaith solo insistía en que quería ver su película favorita, titulada "John Wick".
— Cállate, si la vemos será la decimonovena vez que la vea —le respondió Denaith, cruzada de brazos. ¿Por qué no entendían que era una película tan buena que se podía ver mil veces?
— Como sea.
— ¿Sabéis qué? Estoy harta de que no se decidan. La comida se va a enfriar, veremos Tinker Bell —dijo una chica llamada Annet, con rasgos asiáticos a pesar de ser canadiense.
Los demás aceptaron encantados, ya que esa película era la favorita de todos, excepto de Denaith, que no cambiaría "John Wick" ni aunque le pagaran millones. "Tinker Bell" ocupaba el segundo puesto para ella.
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𝘼𝙧𝙢𝙤𝙣𝙞́𝙖 𝘿𝙚 𝙇𝙤𝙨 𝙎𝙪𝙚𝙣̃𝙤𝙨 𝙍𝙤𝙩𝙤𝙨 - 𝘑𝘢𝘯𝘪𝘤𝘦 𝘎𝘳.
RomanceEn un mundo donde las luces brillan tan intensamente como los corazones de quienes sueñan, Denaith emerge como una joven talentosa cuya voz cautiva a todos. Desde los pasillos de su infancia hasta el pináculo de la fama, su trayectoria está marcada...