𝘔𝘐É𝘙𝘊𝘖𝘓𝘌𝘚

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"SALIEEEERON DE SAN ISIDRO, PROCEDENTES DE TIJUANAAA”

Eran aproximadamente las 6 de la mañana y el abuelito de Javier tenía su bocina de Coppel a todo volumen mientras cantaba una canción a todo pulmón. Fue así como los adolescentes se despertaron.

Cada uno de los muchachos se levantó y luego de doblar las cobijas que habían utilizado comenzaron a cambiarse la ropa que les prestaron por sus uniformes (que gracias a dios se secaron luego de que los lavaran a la una de la mañana).

El grupo de adolescentes desayunaba cereal, como si fueran unos anexados existencialistas sumergidos en un completo viaje astral repleto de silencio.

—Aaaaay mi Javi bonito—La hermana de chicha llegó a romper el ambiente en el que se encontraban.

Con a penas 18 años la mujer se encargaba de mantener a su pequeña familia con un trabajo ilícito del que nadie sabía más que Javi.

La chica seguía dando besitos en las mejillas de su hermano hasta hostigarlo. Luego de soltarlo prosiguió a servirse un poco de cereal.

—¿Y para Cris no hay beso?—preguntó enternecido el Omega.

Ambos alfas se miraron atentos en ese momento, el menor con una mirada retadora y la mujer con un rechazo.

Luego de eso, ambos se soltaron a reír. Ana se acomodó un mechón de cabello y se acercó a sacudir el cabello de Cristiano, sabiendo lo mucho que le molestaba aquello. Ambos tenían una relación de cariño/odio, puesto que ambos casi siempre se peleaban por la atención de Javi.

—¿Cómo ha estado tu papá, Kevin?—pregunta la chica.

Y no era un secreto para nadie que Kevin se la pasaba de casa en casa, buscando asilo y la mayoría de veces se la pasaba con Javier o Diego.

—Mejor…—apenas contesta, retraído al recordar lo que pasó la última vez que estuvo con su padre.

Memo llenó su boca de cereal, apresurado mientras buscaba su mochila.

—¡Cabrones, ya es bien putas tarde!—todos imitaron al rizado y se apresuraron para correr hacia la entrada del hogar.







—¡Cabrones, ya es bien putas tarde!—todos imitaron al rizado y se apresuraron para correr hacia la entrada del hogar

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Ni siquiera les habían avisado. Y llegar así, como si nada, lo hacía aún más vergonzoso.

—¿Porqué no avisaste por el grupo?—cuestiono, mientras masticaba unos cacahuates preparados para bajarse el enojo.

—Claro que avise que había convivio, pero a todos les vale madre el grupo—contestó—Además, no mamen, tan solo ve a Kevin, si antes tenía un desgarre en el ojo ahorita ni lo puede abrir por la madriza de ayer.

Mientras Diego y Marcelo dialogaban miraban a la lejanía como aquel alfa se tomaba un refresco de la cooperativa y platicaba con las de primero, todo un fuck Boing o como diga la chaviza.

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⏰ Última actualización: Jul 21 ⏰

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