Two

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La fuerte brisa golpeaba en su rostro mientras salía de aquel bar y caminaba a su casa, completamente solo, aunque el sabía que no lo estaba.

El estaba ahí en las sombras

– Ey pequeño.- Una voz para nada conocida y tan repugnante como la de un hombre completamente borracho, se oyó a sus espaldas.

Se volteo para encontrar a un hombre que apenas podía mantenerse de pies, tambaleante y completamente ebrio, como lo dedujo, repugnante.

– Hasta ahi.- Le dijo cuando vió que el hombre quería acercarse a el más de lo debido, aquel hombre paró y con una sonrisa hizo caso omiso acercándose al cuerpo de Jimin.

– ¿Cuánto?

– ¿Disculpe?

– ¿Cuanto debo pagar para tenerte en mi cama está noche?

Jimin rio y negó con su cabeza, dando un paso hacia atrás dispuesto a dar la vuelta y seguir con su camino, pero no contaba con la insistencia de aquel hombre que lo tomo del brazo fuerte atrayendolo hacia el en un afán de pegar su cuerpo al suyo.

– Oh no, no debiste hacer eso.

El hombre lo miro confundido, cuando de pronto sintió como algo filoso traspaso su cuerpo hasta perforar sus pulmones, Jimin vio como el rostro del hombre de tornaba grisáceo y la sangre salía de su boca, sonrió con sorna alejándose para que el cuerpo sin vida del hombre cayera en la acera.

Realmente lo merecía.

Miró al frente, el gran amor de su vida, sus ojos completamente oscuros, su piel blanca con facciones perfectas y ni hablar de su cuerpo.

Cuando describían a lucifer como el angel más hermoso, lo habían descrito perfectamente bien.

– Hola, mi amor.- Los ojos de aquel hombre volvieron a la normalidad, con un tono avellana intenso que podía hipnotizar o llevar a la completa locura a quien lo mirara.

– ¿Por qué saliste solo?

– No estaba solo, tu estabas conmigo.

– Tendré que volver pronto y no quiero que salgas cuando no esté.- Se acerco haciendo a un lado el cuerpo sin vida de aquel hombre, tomando la cintura de su pequeño con fuerza, su tacto era cálido, muy muy cálido como si su piel fuera fuego puro.

Un fuego al que Jimin ya estaba acostumbrado.

– Lo se amor, no lo haré.- Se colocó de puntillas dejando un beso en los labios de su amado.

– La vida allá abajo sin ti es una tortura, te extrañare tanto.

– Será solo una semana.

– Para ti, vamos a casa ya.

Jimin asintió tomando su mano para empezar a caminar con el hacia su hogar, su ahora cálido hogar, ya no tan oscuro, ya no tan solitario porqué ahora vivía con el amor de su vida.

Entrando a su hogar fue apresado por su hombre, empotrandolo en la pared, tomó su cara entre sus grandes y calientes manos para besarlo con ansias y desespero, su pequeño despertaba en el un lado protector, pero también uno lujurioso y lo amaba.

A lo largo de su larga vida el había estado con quién quería y es que quién iba a negarse a estar con un sujeto tan hermoso como el, aún sin saber quién era realmente, se entregaban a el, pero lastimosamente ninguna de esas personas sobrevivían a más de una noche, el tacto de aquel hombre era tan cálido que quemaba la piel de cualquier simple mortal, su penetraciones podían causarle daños a cualquiera al sentir algo tan caliente dentro de si y al mirar sus ojos tornarse negro por completo cualquiera podría morir de la impresión o quedar en la locura absoluta.

Nadie sobrevivía a el.

Nadie excepto, su pequeño.

Jimin no sabía el porqué, no sabía como su cuerpo podía aguantar tanto sin siquiera tener un mínimo daño, al contrario todo era tan satisfactorio para el, que se entregaría una y mil veces a aquel hombre sin dudar ni oponerse.

Sus besos se tornaron mucho más intensos y la ropa empezó a estorbar entre ellos, aquel hombre tomaba con fuerza el cuerpo de su pequeño, marcando sus manos en cada rincón de su estrecha cintura, Jimin echaba su cabeza hacia atrás dándole acceso a su cuello, sin perder ni un segundo aquel hombre devoro su cuello bajando sus manos al trasero de su pequeño apretandolo y azotandolo con fuerza.

Jimin estaba hecho un desastre de cabellos alborotados y gemidos, mientras su amado lo volteo pegando su rostro de la pared, empinando un poco su trasero, se tomó el tiempo de prepararlo haciendo gemir incoherencias a su pequeño mientras besaba su espalda y sobre todo aquella marca, aquella marca que dejaba claro a quien le pertenecia.

Sus ojos se tornaron negros cuando escucho las palabras de su amor.

Follame por favor, hazlo cariño, hazlo ya.

Sin esperar ni un minuto más, lo penetro de una sola estocada, tan profundo y fuerte como tanto le gustaba, escuchando el grito de placer de su pequeño, empezó a estrellar su cadera en las nalgas de su amor una y otra y otra vez haciendo sonar sus cuerpos, lo que fue un sonido seco se convirtió en uno húmedo y chicloso, la unión de sus cuerpos lo enloquecía de sobremanera y sin importar lo duro que penetraba a su pequeño este no se quejaba, gemía y le pedía cada vez más, sus ojos tan negros como la oscuridad misma miraban como su miembro entraba y salía del cuerpo de su amor, sus manos lo tomaban del cuello atrayendo su cuerpo aún más a él, le encantaba sentir que ese pequeño cuerpo era solamente suyo.

Jimin enterró las uñas en la pared corriendose y manchandolas en el proceso mientras su hombre seguía follandolo como si no hubiera un mañana y el lo sentía tan jodidamente bien, aún que dudaba que cualquier persona normal pudiera soportar aquel tipo de intimidad tan intensa, salvaje y fuerte.

Entonces volvía la duda, de quién era el realmente y porqué su cuerpo podía soportar la cercanía de aquel hombre, mientras cualquier mortal podía morir con tan solo verlo a sus oscuros ojos.

El hombre se corrió dentro de el llevándose un gran gruñido, soltó su cuello y dejo de apretar su cintura tan fuerte dejando caer su frente en la espalda de su pequeño, ambos tratando de regular sus respiraciones.

– Debo irme mañana, mi amor ¿Estarás bien con eso?

– Lo estaré, te prometo que lo estaré.

Volteo a su pequeño dejándolo frente a el, sus ojos volvieron a su habitual color avellana brillosos, dejó un beso en los labios de su Jimin transmitiendole todo el amor que sentía por el, porqué si, el lo amaba como nunca amo en la vida, porqué realmente el no había conocido un  amor de esa magnitud, no desde que fue desterrado por su propio padre, desde que sus hermanos le dieron la espalda dejándolo solo en aquel lugar lleno de llamas y solitario, desde que ella se fue, no fue hasta que vio los ojos color miel de aquel bebé que cuando nació fue entregado a él, destinado a amarlo y a reinar con el en el infierno.

No importa cuánto tiempo le tome, el tenía toda una vida para esperarlo y Jimin estaría a su lado en esta y todas sus siguientes vidas, porqué ese era su destino, Lilith había nacido para estar al lado de Lucifer por siempre y para siempre.

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