—¡¿Has perdido la cabeza?! —me dijo mi amiga, claramente preocupada—. ¿Sabes lo que puede pasar si vas a ese lugar?
—Conozco los riesgos, ChaeRyeong, pero es el único lugar donde me queda por buscar. —Le respondí con firmeza.
—YeSeul, llevamos un mes recorriendo las profundidades y no hay rastro del anillo. Quizás podríamos preguntar a alguna raya o a un delfín...
—Ya he hablado con ellos, no han visto nada. —Suspiré, sintiendo la frustración acumulada. La pérdida del anillo no solo afectaba mi vida, sino también el equilibrio entre los océanos. Sobretodo si caía en malas manos.
—Deberías hablar con el consejo de nereidas mayores y...
—¡No! —grité aterrorizada—. ¿Acaso quieres que me maten deshidratándome en una costa vacía como a una esponja? —Repliqué, el miedo apretando mi pecho—. No, olvídalo. Hablaré con MinJu.
«No tengo otra opción», pensé, recordando cómo el anillo se había deslizado de mis dedos.
—¿Con MinJu? Ahora sí que estoy convencida de que has perdido la cabeza... —ChaeRyeong me miró como si estuviera completamente loca—. No digo que sea mala chica, pero la echaron del grupo del norte, y ya sabes que las nereidas del norte son muy peligrosas.
—Sí, pero también son las mejores en pociones. Estoy segura de que MinJu sabrá cómo lograr que pise tierra firme. —Dije, decidida a recurrir a ella.
—¡YeSeul, acabarás en un acuario! O peor aún, ¿y si experimentan contigo?
—Tendré cuidado. —Me acerqué a ella, tratando de tranquilizarla—. Además, sabes que es más peligroso que el anillo esté en manos de esos extraños humanos. Podrían acabar con todo.
Mi mejor amiga me miró de arriba a abajo, resignándose. —Bien, te acompañaré a buscar a MinJu.
Sonreí agradecida y ambas nos sumergimos en el agua, sintiendo la corriente cálida rodearnos mientras nadábamos hacia la cueva.
MinJu se había adueñado de una pequeña gruta marina cerca de un trozo de tierra donde unos humanos habían construido una torre con una gran luz llamado faro o algo así. Las olas solían chocar con gran violencia en aquel lugar, y los marineros evitaban acercarse a esa zona, llena de leyendas sobre criaturas marinas y misterios ocultos.
ChaeRyeong y yo nadamos con cuidado entre las rocas, viendo cómo el color del agua se aclaraba. Finalmente, salimos a la superficie y quedamos impresionadas. La cueva estaba decorada como una auténtica guarida de piratas, con tesoros dispersos y artefactos brillantes.
—Pero... esto no es luz del sol. —Murmuró ChaeRyeong, acercándose a un candelabro que emitía una luz naranja y cálida, iluminando las paredes húmedas de la cueva.
—¿Es esta la cueva de MinJu? —pregunté, asombrada por la decoración peculiar y algo inquietante.
Me pareció extraño que hubiera una pequeña zona donde se podía caminar, como si un humano también pudiera estar allí. Nade lentamente hacia unas escaleras de piedra, intentando subir con la fuerza de mis brazos, pero era complicado y peligroso.
—¿Qué estás haciendo, YeSeul? Las nereidas no pueden salir del agua; te puedes morir por deshidratación. —ChaeRyeong intentó frenarme, tirando de mi cola con ansiedad.
—Por un par de segundos no me voy a secar, ChaeRyeong. —Intenté volver a subir, solo para lograr que mi torso quedara fuera del agua, sintiendo el aire en mi piel.
—¿Qué estáis haciendo aquí?
Volví a sumergir casi todo mi cuerpo en el agua y me giré.
—¡MinJu! —saludé con la mano a la nereida que acababa de asomar la cabeza.
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Westcoast | Anton Lee |
Romance🪸 YeSeul esta desesperada por recuperar su anillo, por eso decide recurrir a MinJu a pesar de que esa chica es considerada una nereida muy peligrosa. Pero en mitad de su búsqueda, YeSeul se topa con un chico que entorpecerá sus planes. 🪸