- Después de pasar una noche entera en el barco, por fin había llegado a su destino. Abriste la ventana emocionada y podías ver un hermoso paisaje -
- ¿Ya viste, Percy? Es muy hermoso este lugar - Hablabas emocionada mientras mirabas hacia el exterior - Lastima que mi padre destruirá todo esto solo para saquear tesoros.
- Podías notar como Percy te miraba aburrido y comía de sus exquisitas comidas. Te reíste al ver su reacción y te acercaste a él feliz -
- ¿Por qué eres así? Igual que papá... Al parecer te mimó mucho, pero igual te quiero así, Percy - Dijiste mientras lo cargabas y lo abrazabas -
- Repentinamente escuchaste gritos desde fuera de la habitación. Todos gritaban, ¡"tierra"! ¡"Tierra"! Miraste emocionada a Percy y corriste rápido hacía tu montón de ropa. Para nada ibas a salir con ese vestido incómodo que llevabas puesto. Necesitas algo más suelto y sobre todo, cómodo -
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- Estabas caminando emocionada hacia la oficina de tu padre, pues le pedirías permiso para poder aventurarte en las nuevas tierras. Apenas estabas a punto de tocar a su puerta, la voz de Smith te detuvo -
- Reuní a un grupo que está listo para partir - Habló con tranquilidad Smith -
- Acerca de los nativos... Cuento con usted para que esos sucios salvajes no arruinen nuestra misión
- Bueno, si se parecen a los nativos que he combatido antes, no hay de que preocuparse - Soltó John con tono de superioridad -
- Bien, eso es todo, Smith. Buen trabajo
- Sacaste rápido tu oreja de la puerta al escuchar pasos acercándose. Pusiste tu espalda recta y trataste de actuar con naturalidad. Viste como la puerta se abría y ahí salía Smith -
- Él te miró sorprendido y te vio de arriba y abajo. Te cruzaste de brazos y lo miraste dudosamente -
- ¿Qué pasa, señor Smith? ¿Algo que decir con respecto a mi vestimenta? - Le preguntabas mientras enarcabas una ceja -
- No, para nada - Respondió él con una sonrisa - Te ves bien con esa ropa, preciosa.
- Notaste como Smith te lanzaba una sonrisa coqueta y después se iba directo hacia los botes. Mientras lo veías irse, entraste rápido a la oficina de tu padre y te acercaste emocionada hacia él -
- ¡Querida! ¿Cómo estás? ¿Cómo estuvo tu siesta? - Preguntó él mientras miraba unos mapas -
- Buenos días, señorita ______ - Habló alegre Wiggins mientras arreglaba las ropas de tu padre -
- Buenos días, Wiggins - Le respondiste con una sonrisa - La siesta estuvo bien, padre. No tuve problemas para dormir.
- Uff, menos mal tú sí pudiste dormir bien... ¡Yo dormí horrible! Esos camepesinos seguían en fiesta y nunca se callaban. Y ni que decir del barco, se movía de un lado a otro - Se quejaba Ratcliffe -
