UN DIA COMUN Y CORRIENTE

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Estaba tirado en el suelo afuera de la casa de su entrenador, Había estado entrenando todo el día hasta no poder ni arrastrarse en el suelo, el motivo de que estuviera en ese estado era por su entrenamiento. Bakugo respiraba con dificultad, le empezaba a picar el césped del suelo, tenía sudor por todo su cuerpo, su corazón latía rápido y fuertemente, y le empezaba a doler la cabeza, necesitaba meter comida a su boca, si no moriría por segunda vez.

No tenía idea de cómo iba a pararse en su estado, pero si no lo hacía, no podría comer lo que sea que le prepare su entrenador. Trato de estar tranquilo y pensar en algo, su cerebro empezó a trabajar a mil por hora, pensando que hacer para poder llegar hasta la mesa y comer, ahora que lo piensa, ¿Cómo comerá? No puede moverse, no podrá agarrar ni la cuchara.

El había estado entrenado, pero no había comido nada, y entrenar con el estómago vacio le está empezando a pasar factura. Quería explotarse a si mismo, pero no era tan tentador como comer comida deliciosa.

Jadeo de alivio, sonriendo un poco, al ver qué, no muy lejos, venía Itsuka Kendo, justo cuando se dirija a la puerta se percató del cuerpo tirado en el suelo. La chica había venido para darle algo al entrenador, no pensaba encontrar al chico en la casa de su entrenador y mucho menos así, no entendía por qué estaba en el suelo.

El chico se alarmó cuando vio que la chica se le había quedado viendo sin decir una sola palabra. La chica lo vio avergonzada confundiendo al cenizo. La chica quería decir algo pero no sabía que, nunca fueron muy cercanos para tener un tipo de relación íntima, ella le pregunto el por qué de su estado, pero el rubio no pudo contestar debido a la deshidratación que sentía.

Másuta Takeda aparecío en la entrada de la casa de repente para anunciar que la comida estaba lista haciendo que ambos se distrajeran. El hombre captó la necesidad de bakugo y le pidió a la chica que lo levantara quien obedeció olvidando el motivo de su vergüenza, que cuando yo lo tenía apoyado en ella recordó, que en efecto, el rubio no tenía camisa.

Se sonrojo al tener aquel cuerpo semi-desnudo tan cerca de ella, trato de disimular fingiendo que no era asi, desviando la mirada al otro lado, comenzó a caminar tropezando con sus propios pies haciendo que el rubio cayera al suelo quedando tirado.

Al darse cuenta la chica de lo que le paso, se acercó preocupada, se disculpo, agachándose para ayudarlo a pararse de nuevo teniendo que ignorar de manera difícil que parte de su cuerpo estaba descubierto, sin poder evitar un sonrojo, era una mujer después de todo, no podía negar que aquel cuerpo era atractivo y más sus pech- bueno, ya saben, no hay que aclarar.

"Vaya, al fin llegaron, ya se habían tardado" Hablo Takeda.

El rubio miró a la chica quien estaba estaba perdida en sus pensamientos, al darse cuenta de su mirada la chica y giró a ver a otro lado avergonzado, así que el hablo al mayor quien lo veía con una sonrisa.

"Tuvimos unos problemas, pero eso ya no importa, quiero comer, tengo hambre" Bakugo no dijo nada más, necesitaba comer, era capaz de comer pasto y tierra con tal de tener algo de fuerzas. Cuando le dieron su plato le brillaron los ojos, saliéndole la baba de la boca al ver semejante comida.

Pero había un problema, su cuerpo. No podría comer si las extremidades no le obedecían así que se le vino una idea a la mente.

"Uhm, oye manos grandes" le llamo bakugo a Kendo.

"¿Si?" Volteó a verlo.

"Tu... ¿Podrías darme de comer? No me puedo mover" Dijo bakugo.

En su desesperación, tomaría cualquier medida para alimentarse, su hambre era tan abismal que le pediría a una persona que le diera de comer. Sería raro pedirle algo como eso, pero el plato enfrente suyo que tenía lo hacía valer la pena, así que sí, sería capaz de hacer lo que sea.

Un viaje al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora