1

63 12 0
                                    


❝En Beacon Hills, algunos amores nunca mueren, incluso si deberían.❞

🌙

El crepúsculo teñía el cielo de Beacon Hills de tonos naranjas y púrpuras, reflejando la tranquilidad engañosa de la pequeña ciudad. Derek Hale caminaba por las desiertas calles del centro, sus pensamientos envueltos en la confusión y el temor que la reciente revelación había desatado.

Kate Argent estaba viva. Otra vez.

Su sola existencia ponía en riesgo no solo a su manada, sino a todo lo que había construido desde la tragedia que devastó a su familia.

Derek tenía pesadillas terroríficas incluso cuando estaba despierto sobre la mujer, la mujer que le quitó todo lo que alguna vez había amado y lo dejo solo para pudrirse así mismo de dentro hacia afuera.

El eco de sus pasos resonaba en los edificios de ladrillo mientras atravesaba el bosque y se dirigía a la estación de policía.

Necesitaba hablar con el Sheriff Stilinski sobre cualquier pista nueva que hubieran encontrado. La manada estaba inquieta, especialmente Scott y Stiles y Derek sabía que debían estar preparados para lo que fuera que Kate estuviera planeando. Estaba cansado de sentirse como un cachorro asustado cada vez que veía a Kate, el la odiaba y deseaba despedazarla, pero eso solo cubría el miedo burbujeante en su interior.

Mientras giraba en la esquina de la calle principal, un destello de movimiento capturó su atención en un callejón. Una olor y una figura familiar estaba de pie y ya hacía en la penumbra frente a un hombre lobo al que le rajo la garganta con una daga sin piedad antes de que este pudiera aullar o soltar algun tipo de alarido y después sonrió. Derek se detuvo en seco, su corazón saltándose un latido. Amedeo Argent.

Habían pasado años desde la última vez que lo vio, y sin embargo, el tiempo no había hecho mucho por suavizar la intensidad de sus recuerdos. Derek observó a Amedeo con una mezcla de sorpresa y una emoción que no quería admitir. También sintió terror al ver como aniquilaba al otro sobrenatural con tanta facilidad. Amedeo lucía diferente, más maduro, pero su cabello del color del fuego y su postura era esa misma chispa de desafío que siempre había conocido.

Derek dudó, preguntándose si debía acercarse o simplemente seguir su camino. Habían pasado años y no habían acabado en buenos términos, y la presencia de Amedeo solo complicaría las cosas. Pero antes de que pudiera tomar una decisión, Amedeo levantó la vista y sus ojos se encontraron. La sonrisa del hombre se borró.

El silencio se extendió entre ellos, cargado de palabras no dichas y una vorágine recuerdos compartidos. Finalmente, el pelirrojo rompió el contacto visual, guardo la daga en su chaqueta y saco un pañuelo limpiando la sangre de sus manos y caminó hacia Derek, sus pasos seguros y determinados.

—Derek Hale.—saludó Amedeo, su voz tan familiar como el suave y delicado rostro que ahora tenía frente a él—No es un buen momento para una reunión. Ha pasado un tiempo.

Derek asintió cauteloso, tratando de mantener su compostura, se sentía frío. Perdido.

—¿Qué estás haciendo
aquí? ¿Siguiendo los pasos de tu hermana mayor?—su burló, voz salió más hosca que de costumbre, pero no podían culparlo. Los Argent siempre sacaban lo peor de él.

—Solo matando aun alfa que ha acabado con algunos inocentes, ya debes saberlo, pero tú y tu manada no han hecho mucho para buscarlo ¿No? —respondió Amedeo con una ligera sonrisa condescendiente.

La fachada era linda, pero a Derek le repugnaba. Y tenía razón, sabía sobre el alfa, pero la manada y él estaba tan perturbados por el nuevo regreso de la muerte de Kate, como si la mujer tuviera nueve vidas. Por lo que no se habían concentrado en las otras amenazas.

—Tambien supe que Kate está viva. No podía quedarme al margen.—continuo.

El nombre de Kate colgó en el aire entre ellos como una sombra. Derek sintió la tensión aumentar, los viejos resentimientos y las heridas no curadas volviendo a la superficie.

—No necesito tu
ayuda.—replicó con brusquedad, intentando proteger a su manada y a sí mismo de los fantasmas del pasado.

Amedeo levantó una ceja, su expresión se endureció.

—No vine a pedir permiso, Derek. Kate es mi problema tanto como el tuyo.—y el tono en su voz era tal como en aquel entonces, sin lugar a discusión.

Antes de que Derek pudiera responder, un chirrido rompió la quietud de la calle. Ambos se giraron para ver a Scott y Stiles estacionar y bajar del Jeep acercándose con paso apresurado, sus expresiones mezcladas con preocupación y curiosidad.

—Derek, ¿todo bien? —preguntó Scott, habiendo junto con Stiles estado buscando al mayor por su olor y sus ojos pasando de un hombre a otro.

Derek inhaló profundamente, buscando una calma que le resultaba esquiva. —Sí, todo bien. Scott, Stiles, este es Amedeo... Argent.

—Argent —repitió Stiles, frunciendo el ceño con recelo al hombre
desconocido.—¿Otro miembro de la familia encantadora de Kate?

Amedeo se puso rígido, pero esbozó una sonrisa
tensa. —Podrías decirlo así. Pero estoy aquí para ayudar, no para causar problemas.

Scott estudió a Amedeo por un momento antes de extender su
mano. —Cualquier ayuda es bienvenida. Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir.

—Amigo, te acaba de decir que es el hermano de la perra loca de Kate.—regaño Stiles abofeteando la mano de scott para que la bajará y mirándolo como si fuera estúpido.

—Tiene razón cachorro, no deberías ser tan
confiado.—se burló el mayor con una sonrisa sardónica haciendo que Derek se interpusiera entre ambos para proteger a los dos adolescentes.

—Acabas de decir que no has venido a causar
problemas.—gruñe Derek irritado, especialmente porque su movimiento le hizo quedar más cerca del rostro del cazador de lo que le gustaría.

—Tranquilo Der, sabés que soy así, pero no es enserio. Tu más que nadie me
conoce. —sonrie con suavidad a Derek quien resopla fastidiado, Scott y Stiles observaron con atención el intercambio.

—Espera... Huele a
sangre.—capta Scott repentinamente y los adolescentes miran al cazador.

—Amedeo se encargó del alfa.—gruño Derek y es como si Stiles hubiera recibido lo que necesitaba para hablar.

—¿Lo mató? ¿Como sabés que no hará lo mismo con ustedes? La psicópatia puede ser heredada y es hermano de Kate... ¿Enserio vamos a confiar en él? Derek porfavor dime qué no lo estás considerando, porque Scotty es un poco tonto, pero tú no.

Scott resopló indignado y el lobo gruñó ante el parloteo del menor que se calló al ver la advertencia que el alfa le dio con sus pobladas cejas.

—Se que no soy digno de tu confianza, Derek. No después de todo lo que pasó...

—¿Todo lo que pasó?—interrumpe Stiles tratando de procesar la conexión entre el cazador y el hombre lobo.

—¡Cállate Stiles!—regañaron Derek y Scott, quién quería escuchar, al pecoso que resopló indignado haciendo un puchero.

—Pero es diferente
ahora.—continuo suspirando. Los latidos de su corazón eran constantes y tranquilos, no había mentiras en sus palabras, pero Derek no podía volver a confiar.

La confianza fue la que mato a su familia. O talvez solo había sido él. Fue su estupidez.

—¿Porqué?—pregunto sin entender al punto al que quería llegar el otro.

—Tu siempre me lo pones díficil Derek.—respondio como si eso lo significara todo. Y años atrás lo habría sido, pero no ahora.

El hombre lobo lo miro molesto, odiaba cuando el otro se ponía críptico, y le irritaba aún más tener que volver a verse despues de todo, después de tanto tiempo y aún sentir ese dolor punzante en su pecho.

—Porque no merecías lo que pasó... y mi hermana es una perra y yo mismo le mataré cuando la
encuentre.—completo sobándose la sien, como si siquiera mencionarlo fuera un dolor de cabeza.

Derek conocía la sensación. Solo que el quería la cabeza de Kate Argent en una estaca.




Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 12 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝙰𝚁𝙶𝙴𝙽𝚃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora