Capítulo 1

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Nos encontrábamos frente al ordenador, con los ojos fijos en un extraño anuncio que habíamos encontrado por casualidad en internet

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Nos encontrábamos frente al ordenador, con los ojos fijos en un extraño anuncio que habíamos encontrado por casualidad en internet. Prometía una experiencia única de escape room en una vieja mansión que, según decían, estaba maldita. Algunos de mis amigos parecían dudar, evidentemente inquietos ante la idea de pasar horas en un lugar tan peculiar y, sobre todo, tan sombrío. Sin embargo, yo estaba más intrigada que asustada.

"Vamos, esto tiene que estar bien", dije, con un tono que intentaba contagiarles mi entusiasmo.

"Pero, ¿y si de verdad está maldita?", replicó Yeosang, frunciendo el ceño, sin poder disimular su incomodidad.

"Venga ya, no seas tan miedoso", intervino Yunho, provocando que todos soltáramos una pequeña carcajada.

"Tal vez tenga razón", admitió Yeosang, visiblemente nervioso, aunque sin perder del todo su humor.

"Yo me apunto", dijo Jongho con decisión, intentando aligerar la tensión en el aire.

"Va a estar bien", respondí con seguridad, intentando calmar sus nervios. "Venga, Yeosang, ¿qué es lo peor que puede pasar?"

Nos miramos unos segundos, indecisos, pero al final, mi entusiasmo terminó por convencerles. Todos se pusieron en marcha, más por curiosidad que por valentía, y decidieron seguirme.

"Vale, vale, pero si algo sale mal, la culpa será toda tuya", bromeó Yeosang.

Sonreí, tranquila. "No te preocupes, esto va a ser una experiencia que nunca olvidaremos."

Y con esas palabras, nos dirigimos a la mansión, cuya silueta se alzaba entre la niebla, oscura y amenazante.

El ambiente exterior era tan sombrío y neblinoso como el que nos esperaba dentro de la casa. Mientras nos adentrábamos en sus entrañas, los crujidos del suelo, cubierto de polvo y telarañas, parecían acompañarnos en cada paso, y el silencio era tan denso que casi podía escuchar mi propio corazón latiendo en el pecho.

Cada habitación por la que pasábamos estaba llena de objetos antiguos, algunos cubiertos por el peso de los años, envueltos en capas de polvo y telarañas. La atmósfera, cargada de misterio, me hacía sentir como si el tiempo se hubiera detenido allí. El silencio era tan absoluto que la respiración de los demás se convertía en un sonido extraño, casi ensordecedor.

De repente, Yunho soltó un grito ahogado cuando una telaraña le rozó la cara. Todos nos giramos y, aunque intentamos mantener la compostura, no pudimos evitar reír ante su reacción exagerada. Yeosang, con su tono característico, no se cortó un pelo a la hora de burlarse. A pesar del miedo palpable, todavía podíamos encontrar algo de humor entre nosotros. Sonreí al ver cómo mis amigos empezaban a adaptarse a esa atmósfera tan inusual.

Seguimos recorriendo las interminables habitaciones, cada una más oscura y desconcertante que la anterior. Una sensación de incomodidad comenzó a invadirnos, sobre todo a Yeosang, que no parecía tan convencido de la idea de habernos embarcado en esta aventura.

HUYE - ATEEZ (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora