Capítulo IX

451 79 30
                                    

¡Hola a todos! ¿Qué decir? Estoy destrozada luego del cap de ayer jaksdja siento que Daemyra murió, no tengo fe de ver nada más de ellos, para mi el ship falleció en el cap 6 de la segunda temporada. 

Siento que odian a Daemon, y tienen que odiar a Rhaenyra igual porque como carajos destruir así su personaje???

En fin, acá un nuevo cap de esta historia jeje, me costó publicar porque se me va la inspiración.

Besos y abrazos. No olviden comentar 

Rhaenyra observaba a su hijo comer tantos pasteles como su estómago podía albergar y mirar a Daemon con curiosidad.

Su corazón se estrujaba al ver a Daemon conviviendo con él, y ver el dolor en los ojos de Daemon cuando el niño lo trataba como una figura de autoridad, pero sin tener idea de quién era él.

—Mira, mami, se parece a los pasteles que preparabas en la cafetería. ¿Aprendiste a prepararlos acá? —preguntó Aegon a su madre, y ella sonrió con nostalgia.

No, jamás había preparado un pastel en su vida allí en el palacio. Cuando fue exiliada, tuvo que aprender todo desde cero. Cuando sorteó todas las demás dificultades, tardó mucho en poder hacer un pastel como el de casa, pero lo logró, y ahora Aegon notaba ese parecido familiar.

—Respóndele a tu hijo —dijo Daemon mirando a su esposa que lo miró con tristeza.

—No, los aprendí a hacer hace algún tiempo —dijo Rhaenyra cambiando el tema y llevándose a la boca un trozo de uno de sus pasteles favoritos.

Apenas sintió el sabor en su boca, sus ojos brillaron y tragó rápidamente para ponerse de pie. Quiso evitar que su hijo viera sus ojos brillantes, pero la mano de Daemon en su muñeca la tiró con fuerza hacia abajo, obligándola a sentarse.

—¿Te di autorización de ponerte de pie? Aún tenemos que decirle a Aegon sobre mi —dijo  él en voz baja para que el niño que recorría las cocinas no escuchara.

—Mi señor, por favor, no puedo aún —dijo ella al borde de un sollozo, y él apretó con fuerza su brazo haciendo que ella ahogara un sollozo de dolor esta vez.

—Es mi hijo, Rhaenyra, y me lo ocultaste. Te exilié a ti, a ti por tu maldita traición que nos condenó a todos. ¿Cómo pudiste ser tan egoísta de alejarme de mi hijo? —dijo él, sin medir su fuerza, apretando su muñeca.

—No son mentiras —replicó ella, sus lágrimas ardiendo en sus ojos—. Yo solo quería protegerlo, protegerlo de ti. Tenía miedo de que me lo arrebataras como me exiliaste a mí. Quería poder criarlo, poder verlo crecer, hasta que él tuviera que tomar su lugar en el reino. Solo quería tiempo para estar con él. 

Daemon apretó los dientes, su ira apenas contenida.

—¿Y crees que ocultándolo de su propio padre era la manera correcta? —susurró, su voz gélida—. ¿Crees que robándome a mi hijo lo estabas protegiendo? ÉL ni siquiera sabe lo que es, ni siquiera sabe su herencia, su naturaleza, nada, cree que es un humano, él se enterará de que es mi hijo ahora- gruñó él y ella negó aterrada.

—¡Te lo suplico, Daemon! —dijo Rhaenyra, su voz quebrada—. No hagas esto más difícil para él. Él es solo un niño, no entiende este mundo de odio y violencia en el que nos encontramos. Solo quiere amor y protección.

Daemon la miró, sus ojos llenos de una mezcla de ira y dolor. Quería gritar, romper algo, desquitarse de alguna manera, pero sabía que nada de eso cambiaría la realidad. La traición de Rhaenyra seguía ardiendo en su corazón, y la visión de su hijo, inocente y ajeno a todo, solo empeoraba las cosas.

Cenizas del reino eterno (Daemyra)Where stories live. Discover now