Dolor permanente

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Veo veo cientos de espinas, malhumorada voy hacia allá aunque sé que me iría muy mal. Sin esperanzarme ni sentir mi cuerpo, noto la ausencia de mi espíritu y, sin darle importancia, dejo que me guíe el sonido. Mi cuerpo no se eleva y se desgasta por las espinas atravesando mi piel. Moriría por tener un poco de consuelo, corriendo yo voy para sentirme más, y mientras moría por atravesar mis espinas, mi rostro demacrado, mi piel manchada de mi preciosa sangre. Tal vez fue poco para presenciar mi dolor, mi físico está bien, repitiendo hasta creerlo, carecer de demencia para poder ver mi indecencia.

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